A Dave Mathews le conocí gracias a un amor de allende los mares que me lo recomendó. Ella se fue, pero la recomendación de Dave Mathews se quedó. Cuando oigo este tema me acuerdo de la chica que me lo recomendó, sin nostalgia, sin tristeza, pero esbozando una sonrisa.
The Space Between.
jueves, 22 de noviembre de 2007
lunes, 19 de noviembre de 2007
Frente a la mesa del comedor
Desde que estoy acogido en la casa de mi hermano, ceno enfrente de un grabado de Max, desde hoy premio nacional de Cómic.
jueves, 15 de noviembre de 2007
La letra pequeña
Anuncio de una operadora de telefonía móvil: "Y si te pasas a xxxxx, este móvil por cero euros e Internet por nueve euros al mes".
- ¿Y eso que dicen es verdad?
- No creo.
- ¿Y entonces por qué les dejan anunciarse?
- Porque lo aclaran en la letra pequeña.
- ¿Y quién se lee la letra pequeña a esa velocidad?
- Yo no.
- ¿Y eso que dicen es verdad?
- No creo.
- ¿Y entonces por qué les dejan anunciarse?
- Porque lo aclaran en la letra pequeña.
- ¿Y quién se lee la letra pequeña a esa velocidad?
- Yo no.
miércoles, 14 de noviembre de 2007
Be my baby
Hubo un tiempo que suspiré por Vanessa Paradis, entre otras tantas porque el suspiro es gratis. Luego se casó con Johnny, y nada, pues a otra cosa, porque con él no se puede competir.
Be my baby es un tema que grabó en 1992. Sonó mucho. Creo que es la única canción que me sé de esta francesita. Sin ser una canción muy movida, cuando suena, me despierta.
Be my baby es un tema que grabó en 1992. Sonó mucho. Creo que es la única canción que me sé de esta francesita. Sin ser una canción muy movida, cuando suena, me despierta.
"All Im asking you for when you walk out the door...", esta parte siempre me costaba...
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domingo, 11 de noviembre de 2007
Otro 11 de noviembre
Para mí los 11 de noviembre son un día especial. Y ya llevo vividos 26.
Hoy le he ganado la batalla al despertador, y me he adelantado para que no sonara a las 6.20. Tocaba trabajar. A esas horas he deseado que alguien hubiera pensado en regalarme solo dos horas más de sueño. Nadie cayó en ello. El primer mensaje, el de Ana.
Los domingos, a estas horas, cuando el reloj aún no marca las 7, el metro de Madrid está lleno de gente que vuelve de marcha. Muchos parecen que vuelven de la guerra. La primera imagen que me ha recibido esta mañana del decimoprimer día del decimoprimer mes del año ha sido la de un tipo con la cabeza metida en una papelera y vomitando los excesos de alcohol. "Por lo menos este tiene el detalle de echarlo en la basura".
El reloj del anden marca que el próximo tren tardará en llegar 15 minutos. Desde que un tren chocara contra otro noto que el metro va más metro. "Estarán haciendo bien su trabajo, pero yo llego tarde..."
Tengo que correr para coger el siguiente metro y llegar en punto a la hora de mi entrada. Me acuerdo entonces de que tengo el tobillo torcido. "Malos tiempos para una lesión", y sigo corriendo.
En el siguiente vagón una chica me dedica una sonrisa. "Esta sabe que es mi cumpleaños...o va demasiado mal..." pienso antes de darme cuenta de que la sonrisa se debía a su estado, tras una relación con el señor Dyc.
En el trabajo tengo la suerte de estar con gente que te lo pasas bien, te echas unas risas, sobre todo hoy porque cuando uno decía más de media palabra, había otro que le decía: "¿Por qué no te callas?". He invitado a cafés, que menos, porque los bollos los ha puesto una compañera medio venezolana, que hemos interpretado como "la diplomacia del croissant".
Las 10, y la gente se empieza a despertar. Llega algún sms. Me sorprende el de una amiga. Le contesto que su agenda Moleskine sigue funcionando. Más sms, y algún corroe. Por cierto, a Arturo aún le tengo que contestar. Y a Plaza, y a muchos otros que no sé quien diablos son, porque mi móvil se ha roto, y estoy con uno que anda para allá. Me he negado que me regalen otro móvil, como el año pasado. Arreglaré el mio. También me mensajean mis hermanos: "No interrumpimos, sabemos que estas trabajando".
He echado algún sms de menos, pero no importa: yo también me olvido. Si me acuerdo, les felicitaré en su día a estos olvidadizos. Es una buena venganza.
Salgo de trabajar y llegó pasadas las 16 a un vips, donde esperan mis padres. Es el único sitio donde a esas horas te dan de comer, aunque sea una pechuga Villaroy literalmente congelada, cambiada por otra ardiendo y con mas patatas fritas. "De frío a helado".
Otra llamada: mi prima Lara, que tras preguntarme mi edad, cuenta, sin saltarse ninguno, hasta los 26. Mi tía me confirma que puedo cumplir sin problemas hasta los 100, cifra hasta la que llega Lara, que tiene 7. Y otra llamada: la que canta los titulares de deportes de 20 minutos.
Con mis padres, hablo un poco de todo, y me recuerdan que tengo que recoger mi habitación para que le metan no sé que cables, para lo cual tiene que perforarlo todo. Estamos de obras, y yo vivo exiliado en casa de mi hermano.
Quedo con dos más que amigos: Chiqui y Rosa. Me regalan un marco digital, que a estas horas aún no he probado. Lo haré mañana sin falta. Es el primer regalo que recibo. En mi casa estas cosas van lentas pero seguras. Ya los recibiré. "En el marco voy a poner fotos de..." y se me ocurren miles. Un buen regalo. Me hacía falta. "Tirurirura, tirurura...", el sms del Cuchillo. La contestación mía me la ahorro.
Allí es cuando me llama mi otra hermana, desde las tierras esas donde los españoles perdíamos todas las batallas y hasta en el duque de Alba. Corta conversación, porque total, el viernes nos veremos, "que ya hay ganas", nos decimos.
Covi me manda un sms, pero no acierto a saber quién es hasta pasado un buen rato. Pero al final acierto.
Después de una buena charla de más de una hora en la cadena de cafeterías que prohíben fumar para preservar la calidad del café, pero este te lo sirven en un vaso de cartón, me voy a mis aposentos para perder las siguientes dos horas recogiendo mis pertenencias.
Me doy cuenta de que en estos 26 años he acumulado muchos tesoros, que creo que solo tienen valor para mí. Te Crees que esas pertenencias - pequeñas cosas como recortes de periódicos, libros, plumas estilográficas, bolígrafos, ridículos llaveros o carteras y monederos - pueden ser codiciados por cualquier ser humano. "Pero si a esta mierda solo le doy valor yo".
Termino de apilar todas mis valoradas pertenencias. En el ascensor, veo que en la barba de diez días - poblada de calvas - tengo una cana. "Ya era hora, vamos por buen camino". Y me voy a casa de mi hermano, que por cierto, junto a su señora esposa me acogen más que bien. Tengo suerte, porque ya no existe el puente de Cuatro Caminos.
Se acabó el día. Un 11 de noviembre más, uno menos.
Hoy le he ganado la batalla al despertador, y me he adelantado para que no sonara a las 6.20. Tocaba trabajar. A esas horas he deseado que alguien hubiera pensado en regalarme solo dos horas más de sueño. Nadie cayó en ello. El primer mensaje, el de Ana.
Los domingos, a estas horas, cuando el reloj aún no marca las 7, el metro de Madrid está lleno de gente que vuelve de marcha. Muchos parecen que vuelven de la guerra. La primera imagen que me ha recibido esta mañana del decimoprimer día del decimoprimer mes del año ha sido la de un tipo con la cabeza metida en una papelera y vomitando los excesos de alcohol. "Por lo menos este tiene el detalle de echarlo en la basura".
El reloj del anden marca que el próximo tren tardará en llegar 15 minutos. Desde que un tren chocara contra otro noto que el metro va más metro. "Estarán haciendo bien su trabajo, pero yo llego tarde..."
Tengo que correr para coger el siguiente metro y llegar en punto a la hora de mi entrada. Me acuerdo entonces de que tengo el tobillo torcido. "Malos tiempos para una lesión", y sigo corriendo.
En el siguiente vagón una chica me dedica una sonrisa. "Esta sabe que es mi cumpleaños...o va demasiado mal..." pienso antes de darme cuenta de que la sonrisa se debía a su estado, tras una relación con el señor Dyc.
En el trabajo tengo la suerte de estar con gente que te lo pasas bien, te echas unas risas, sobre todo hoy porque cuando uno decía más de media palabra, había otro que le decía: "¿Por qué no te callas?". He invitado a cafés, que menos, porque los bollos los ha puesto una compañera medio venezolana, que hemos interpretado como "la diplomacia del croissant".
Las 10, y la gente se empieza a despertar. Llega algún sms. Me sorprende el de una amiga. Le contesto que su agenda Moleskine sigue funcionando. Más sms, y algún corroe. Por cierto, a Arturo aún le tengo que contestar. Y a Plaza, y a muchos otros que no sé quien diablos son, porque mi móvil se ha roto, y estoy con uno que anda para allá. Me he negado que me regalen otro móvil, como el año pasado. Arreglaré el mio. También me mensajean mis hermanos: "No interrumpimos, sabemos que estas trabajando".
He echado algún sms de menos, pero no importa: yo también me olvido. Si me acuerdo, les felicitaré en su día a estos olvidadizos. Es una buena venganza.
Salgo de trabajar y llegó pasadas las 16 a un vips, donde esperan mis padres. Es el único sitio donde a esas horas te dan de comer, aunque sea una pechuga Villaroy literalmente congelada, cambiada por otra ardiendo y con mas patatas fritas. "De frío a helado".
Otra llamada: mi prima Lara, que tras preguntarme mi edad, cuenta, sin saltarse ninguno, hasta los 26. Mi tía me confirma que puedo cumplir sin problemas hasta los 100, cifra hasta la que llega Lara, que tiene 7. Y otra llamada: la que canta los titulares de deportes de 20 minutos.
Con mis padres, hablo un poco de todo, y me recuerdan que tengo que recoger mi habitación para que le metan no sé que cables, para lo cual tiene que perforarlo todo. Estamos de obras, y yo vivo exiliado en casa de mi hermano.
Quedo con dos más que amigos: Chiqui y Rosa. Me regalan un marco digital, que a estas horas aún no he probado. Lo haré mañana sin falta. Es el primer regalo que recibo. En mi casa estas cosas van lentas pero seguras. Ya los recibiré. "En el marco voy a poner fotos de..." y se me ocurren miles. Un buen regalo. Me hacía falta. "Tirurirura, tirurura...", el sms del Cuchillo. La contestación mía me la ahorro.
Allí es cuando me llama mi otra hermana, desde las tierras esas donde los españoles perdíamos todas las batallas y hasta en el duque de Alba. Corta conversación, porque total, el viernes nos veremos, "que ya hay ganas", nos decimos.
Covi me manda un sms, pero no acierto a saber quién es hasta pasado un buen rato. Pero al final acierto.
Después de una buena charla de más de una hora en la cadena de cafeterías que prohíben fumar para preservar la calidad del café, pero este te lo sirven en un vaso de cartón, me voy a mis aposentos para perder las siguientes dos horas recogiendo mis pertenencias.
Me doy cuenta de que en estos 26 años he acumulado muchos tesoros, que creo que solo tienen valor para mí. Te Crees que esas pertenencias - pequeñas cosas como recortes de periódicos, libros, plumas estilográficas, bolígrafos, ridículos llaveros o carteras y monederos - pueden ser codiciados por cualquier ser humano. "Pero si a esta mierda solo le doy valor yo".
Termino de apilar todas mis valoradas pertenencias. En el ascensor, veo que en la barba de diez días - poblada de calvas - tengo una cana. "Ya era hora, vamos por buen camino". Y me voy a casa de mi hermano, que por cierto, junto a su señora esposa me acogen más que bien. Tengo suerte, porque ya no existe el puente de Cuatro Caminos.
Se acabó el día. Un 11 de noviembre más, uno menos.
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