Cogió su recién estrenada libreta con el Cavallino Rampante; quitó el capuchón de su Bic rojo. Miró a su derecha para asegurarse de que Juanito Banana Culo de Rana no le pillara. Éste se entretenía en las labores de prospección en sus fosas nasales. Se dispuso a escribir en la primera hoja. Temblaban sus manos. El nudo en el estómago se acrecentó. Escribió un nombre, como tantas veces en el último año, seguido de una declaración, de esas que en poco tiempo le darían risa. Cortó la hoja y apresuradamente la dobló en dos. Decidido se levantó en dirección al pupitre, tres más allá, donde ella se sentaba. Cuando le llegó el olor a su fresca colonia, convirtió las palabras de inocente pero sincero amor en un amasijo, y varió el rumbo hacia la papelera. De vuelta a su pupitre, al lado del de Juanito Banana Culo de Rana - que ahora se deshacía sin disimulo de su moco - vió con el filo de su mirada la sonrisa de ella. Él no lo sabía, pero ese año iba a aprender a resolver ecuaciones con más de una incógnita, iba a recitar toda la tabla periódica menos las tierras raras, se iba a apasionar con la Historia e iba a estar a punto de suspender francés y educación plástica, porque el beso que ella le iba a dar, su primer beso, no le iba a servir de inspiración para dibujar las plantas en clase de Don Fernando que tiene los huevos colgando. "Este año va a ser largo, muy largo", se dijo mientras se sentaba a tan solo tres pupitres de ese inconfundible olor a colonia.
jueves, 31 de agosto de 2006
martes, 15 de agosto de 2006
Prohibido publicidad - mierda de perro
Paseaba yo por la capital europea, lugar donde se cultivan las coles (¡qué pesado con la bromita!) cuando topeseme mi persona y mis dos ojos con dos pegatinas que tenían la intención manifiesta de prohibir dos cosas que apestan en nuestras ciudades. Por un lado la publicidad Spam-físicia: pizza a domicilio, comida china, reformas Bradusky tiramos tabiques y lo que haga falta aprecio razonable, portes, te ha tocado un apartamento en la playa pero a cambio tienes que estar 5 horas en un hotel mientras te encierran y te obligan a comprar un quita manchas que mancha, te ha tocado un juego de maletas cutres esta vez por soportar la presentención de Pleng Universal producto que revolucionará tu figura mientras barres la casa o lees un libro (no dicen nunca que tipo de libro, pero las memorias de Aznar puede resultar....) Abogados Niceto Fernández Internacional tiene el honor de invitarle a la presentación de la sucursal que se ha abierto en su barrio, compro oro, muebles antiguos y lo que le sobre (absténgase de traer suegras, tenemos muchas en stock) rasca y gana un neceser sin cremallera por la compra superior a 50 euros en nuestras tiendas, no podía faltar las ofertas del super y de la droguería (útil para ver a cuanto cotiza el kilo de merluza y el litro de colonia), reparaciónes urgentes de Televisión las 24 horas, del mismo formato que cerrajeros las 24 horas, en amarillo chillón y con letras azules y rojas que no es otra cosa que unas pegatinas que terminan pegadas en el ascensor (seguro que son mis pestilentes vicinos que no me dejan trabajar en paz y que ahora les ha por hacerse un curso de bricolaje con lo que acumulan en su casa...a ver si nos sale unos recicladores en potencia a golpe de martillo) y ya paro.
La otra cosa que asola nuestras ciudades es la mierda de perro. Los perros hacen sus necesidades, pero los dueños son unos guarros. El hemisferio reptil de mi cerebro le da a veces por pensar en sacarse el aparato urinario y rocierles a discreción con el orin acumulado, pero a uno le educaron para no hacer estas cosas, y se resigna en no pisar las mierdas de los perros.
Los bruselinos (aunque en verdad son bruselenses pero a mi me suena mejor la otra versión) intentan evitar estas malas prácticas con estas pegatinas en los buzones y en las puertas (¡qué ingenuos!):
Comentemos éste último diseño: por un lado, la parte trasera está perfectamente lograda, con la cola elevada para permitir la evacuación; si se fijan en el producto de la evacuación, algo ligera por cierto, termina en punta, lo que le da un realismo atroz. De haber sido yo el artista (y haber sido dotado para ello), hubiera añadido un poco de humillo, producto en invierno de la diferencia entre la tempartura de la hez y del frio exterior. Pero lo más realista es la cara de placer que se le adivina al can, casi relamiéndose por el esfuerzo producido, y eso que la deposición es poco consistente.Los bruselinos (aunque en verdad son bruselenses pero a mi me suena mejor la otra versión) intentan evitar estas malas prácticas con estas pegatinas en los buzones y en las puertas (¡qué ingenuos!):
Bueno, no molesto más. Simplemente pasense a ver carteles extraños en esta página. Yo lo he visto en Asi no son las cosas, que a su vez lo ha visto en el blog de Ramón Buenaventura, tangerino como yo y el cual me concedió una entrevista en mis tiempos mozos del Severo Ochoa. Tengan cuidado en no pisar mierda y absténgase de abrirle al cartero comercial que siempre fastidia las siestas con llamada al telefonillo seguido de un estridente "caltelo comelcial". Un mundo sin Spam y sin mierda (de perro) es posible.
¡Shakira!
Me confieso seguidor y admirador de Shakira. No llego al extremo de tenerla como fondo de pantalla, y tampoco esperén ver un poster descomunal en mi alcoba. Le debo haber ganado dos apuestas, solo por saber algún nimio detalle de su vida privada, algo que no debería de interesarnos salvo aburrimiento, algo, desgraciadamente, común en nuestra especie.También le debo una canción, Suerte, por motivos ajenos a éste post (¡qué recuerdos, Beca!). Y por supuesto, ese movimiento de cáderas. En algún lado le tendría que salir su origen libanés.
Os dejo aquí este vídeo. Éste video es de sus fans bailando su último éxito, Hips Don´t Lie. Confieso que éste verano me he puesto a bailar, a solas y sin cámara, por fortuna para el resto de la humanidad, esta canción de una manera tan patética como alguno de los que sale en el vídeo, y mi movimiento de caderas nada tiene que ver con el que hace más de una en éste video. Como fuera, ¡a mover las cáderas¡
jueves, 3 de agosto de 2006
Cuaderno Belga II
Tienen los snob (entre los que se confunden algún pijo) la costumbre de ir los miércoles por la tarde a una plaza, la Place du Châtelain, donde ponen un mercado con sus verduras, sus carnes, sus pescados y con lo que se precia en un buen mercado de bario, con la añadidura de puestos de comida rápida pero elaborada. El plan consiste en tomarse unas copas de vino blanco (no vi vino tinto alguno) o unas cervezas picando en los puestos. Unos van con sus trajes de ir a la oficina, y otros van con sus ropajes para la ocasión. El despeinado, a la moda y calculado; el bronceado, de rayos uva. Mucha pose y mucha sonrisa colgate, que le da a la plaza un aire de buen rollo.
En una de las esquinas de la plaza está un bar que no se podría llamar sino Le Châtelain. Alli te pides tu copa de vino o cerveza y te la sacas a la calle, en plan botellón sofisticado sin un Gallardón que te fastidie el plan. Escuchas hablar italiano, algo de español, un british a la perfección mezclado con un inglés que lo es tan solo de oídas y un francés exagerado y marcado, frente a uno dulce y natural.
Yo, para pasar desapercibido en el mundo Labanda bruselino, me subí el cuello del polo. Pero nada, no alcanzo el estilo, y mira que lo intento. Creo que es cuestión de genes. Osea como sea, volveré a intentar infiltrarme el próximo miércoles que éste por aquí.
martes, 1 de agosto de 2006
Cuaderno belga I
Bélgica es un país que, en 2 horas en tren te has salido sin darte cuenta. A pesar de lo pequeño que es, tiene espacio para fabricar más de 500 cervezas distintas. Si de Gaulle decía que era dificil gobernar un país con tanta variedad de quesos, imagínense lo que es gobernar un país con tantos tipos de cervezas.
Nos vamos al sur. Puedo decir que ya conozco Bélgica de Norte a Sur. Si la vez pasada me fui a Ostende a comer caracoles verdes-grisáceos de mar, este viaje me tenían preparado un viaje cerca de las Ardenas, en el país de Semois (con ese nombre parece que vive allí un gnomo). Por supuesto, en tren, por que aquí el tren funciona a las mil maravillas. El destino era Florenville, un pueblo situado entre bosques y ríos, en la frontera con Luxemburgo y Francia.
El señor Renauld nos alquiló unas bicicletas y allí nos fuimos a trotar como cabras por las montañas. Todo chulo, creía que mis clases de Spinning iban a ayudarme. De algo sirvieron, pero en un gimnasio no te entran moscas por la boca ni empiezas a sufrir un tembleque cuando caes por una cuesta empinada llena de piedras. Incluso había tramos que por seguridad y por torpeza un decidía descalzarse la bici y hacerlo a pie. Pero la estampa era casi siempre lo más parecido a verano azul entre bosques cerrados y poco calor. Entre tanto rio te crees que el agua va a saber a gloria, pero la de este lugar sabía simplemente mala. No se puede tener todo en esta vida. Pero el sabado nos mojamos los pies y algo más a la orilla de este rio, camino de Chiny.Dicen que éste año tienen sequía ¿?¿?¿?
El campanario de la nueva abadía; a sus píes, la vieja abadía destruída durante la Revolución Francesa.
El domingo por la mañana nos fuimos a la abadía de Orval, donde unos monjes trapenses hacen cerveza y queso. El monasterio tiene su historia, que remonta al siglo XI, con quema en la revolución francesa y reconstrucción en los años 20. Fue entonces que, para sacar dinero, decidieron montar la cervecería, una de las 7 cervezas hechas por trapenses que hay en el mundo.
A la vuelta de Florenville, una pregunta en una casita en pleno bosque nos sitúa en Francia. ¡Y yo con esos pelos! Nada, salvo esos dos, ningún gabacho a la vista. Ya puedo decir que he estado en Francia.
Los belgas del sur, los belgas que hablan francés, son como franceses pero en majo. Gente tranquila, agradable y dispuesta a ayudarte. Solo se ponen un poco bordes cuando dices los números a la francesa, manera complicada donde los haya.
Gente guapa. En este país hay gente guapa y gente fea, como en todos lados. Pero en un par de generaciones, como se mezclen, que se mezclaran, negros, blancos y rubios, moros y gente de más allá, las probabilidades de que sean más guapos aumentará.
El tiempo. En el sur, nada de lluvia; sobre todo sol. No por que sea el sur (en dos horas no da tiempo a que cambie el clima), sino porque hemos tenido mucha suerte. Empezó a llover justo en la estación con la llegada de nuestro tren, con polacos borrachos incluidos, echados por un delgado, espigado y causi enclenque revisor, eso si con unos huevos puestos en su sitio al requisarles los pasaportes y ponerlos de patitas en la calle. Sin polacos que insultaran en español (espagnolll mierda, puta es curva y demás lindezas) el tren volvió a su calma.
En Bruselas el tiempo va a su aire. Aquí Maldonado no tendría nada que hacer, porque no acertaría si va a llover, o van a tener un sol de justicia. Claro que pensándolo bien, diría que estaremos entre precipitaciones y claros, y luego se iría a pasear por Chamberí. Ahora, mientras escribo, llueve a raudales. Dario toma la cámara para hacer esta foto:
Paseo por Bruselas. El lunes por la mañana uno lo dedica a mejorar el estado de su culo, después de andar tanto tiempo sentado en una bici, y a poner las articulaciones en su sitio. Después de comer cosas que llenan pero que no saben, nos fuimos Dario y yo a darnos un paseo por el centro. El café, como dos señores en la Galería Real.
Atravesando la Grand Place, nos fuimos a una calle llena de librería de viejo, con libros y discos para todos los gustos. Entre ellos la colección de Que sais-je,? presente en la biblioteca de más de un intelectual con aire de sabérselo todo. Confieso que tengo uno sobre literatura francesa que nunca he llegado a leer. Por dos euros me he comprado el diccionario filosófico de Voltaire y a correr.
Comida. Parece mentira, pero aún no me he agenciado ni unas patatas fritas callejeras con salsa a tutiplen, ni un gofre recubierto de nata y sirope de chocolate. Comida más o menos sana y casera, con compra incluida, de frutas a precio de oro, y pan delicioso.
Bueno, pues esto llega a ser todo. A ver si me quito el pijama y me pongo en marcha, valdiendo eso sí un paraguas y la sudadera que me tuve que comprar en un Springfield nada más llegar, porque aquí uno no ha salido de su pueblo, y se cree que en agosto no llueve en todos lados.
Atravesando la Grand Place, nos fuimos a una calle llena de librería de viejo, con libros y discos para todos los gustos. Entre ellos la colección de Que sais-je,? presente en la biblioteca de más de un intelectual con aire de sabérselo todo. Confieso que tengo uno sobre literatura francesa que nunca he llegado a leer. Por dos euros me he comprado el diccionario filosófico de Voltaire y a correr.
Comida. Parece mentira, pero aún no me he agenciado ni unas patatas fritas callejeras con salsa a tutiplen, ni un gofre recubierto de nata y sirope de chocolate. Comida más o menos sana y casera, con compra incluida, de frutas a precio de oro, y pan delicioso.
Bueno, pues esto llega a ser todo. A ver si me quito el pijama y me pongo en marcha, valdiendo eso sí un paraguas y la sudadera que me tuve que comprar en un Springfield nada más llegar, porque aquí uno no ha salido de su pueblo, y se cree que en agosto no llueve en todos lados.
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