lunes, 29 de agosto de 2005

Palabras sin consuelo

La primera y única sevillana que aprendí, dice que "algo se muere en el Alma cuando un amigo se va”.
El alma se nos hace añicos, y cuesta recomponerla. En verdad, creo que nunca se supera, y convertimos el sentimiento de tristeza en una triste nostalgia cuando recordamos a los que un día nos dejaron.
“Cuando un amigo se va, va dejando una huella que no se puede borrar”, continúa diciendo la amarga y triste sevillana. El amigo, y sobre si es maestro de uno, deja una huella imborrable, un legado inconfundible, cómo lecciones magistrales de la Universidad de la Vida.
A mi adorable Rosa se le ha ido su gran amigo y maestro Alfonso. Y todo esto hoy le parecerán frases comunes que todo el mundo repite porque, realmente, ante una perdida como esta, sobran las palabras.

jueves, 25 de agosto de 2005

CdT: última página

Todo llega, y el cuaderno de Tánger se cierra. Quedan hojas sueltas que algún día pegaré.
El último lo día lo íbamos a dedicar, en teoría, a ver los alrededores de Tánger. Con ese propósito fuimos al faro de Malabata.Aparte de no ser un faro de construcción bonita, los alrededores estaban llenos de basura. Una combinación del aire, que hace que los plástico vayan a parar a los matorrales, junto a lo maleducada que es la gente al tirar todo lo que le sobra, hace que las colinas parezcan un vertedero.
No encontramos habitación para los cabecilla de los Solana, aparte de una habitación en el Continental. El Continental es un vestigio del Tánger internacional y, por tanto, con construcción colonial. Tras permanecer varios años cerrado, el Continental abrió sus puertas. En sus épocas doradas daba al pequeño puerto de la ciudad y a un paso estaba la entonces limpia bahía de Tánger donde estaba los balnearios, tales como el Yatching Club. Hoy ya no queda nada de ese puerto pequeño, convertido en un ir y venir de barcos para pasajeros y camiones con mercancías. La limpia bahía está sucia. Lo que un día fueron los jardines del Continental, hoy es un parking para “trucks”. A todo esto hay que sumar que, por estar en medio de la medina, es pesadamente accesible para los coches. El hotel intenta conservar el mobiliario y las comodidades de la época, como subir por unas empinadas escaleras hasta el cuarto piso, ya que los ascensores no se terciaban cuando se construyó.
Decidimos, por tanto, emprender viaje a la península esa misma tarde, pero no sin antes comer lo que se come los viernes, un cuscus. Para mí, el cuscus es como la paella: si lo como bien, y sino también. No entiendo como la gente se apasionar por platos así. Pero en fin, para gustos los colores.
Tras la despedida de los padres, nos dirigimos al puerto, para vivir la última aventura. La salida se anuncia a las 1900. El fast ferry Alcantara, de la española Transmediterranea, no llega hasta las 1930. En medio de una lluvia repentina, subimos al buque por el garaje. Y allí tenemos que esperar casi dos horas a que salga. Por si fuera poco, el barco está destartalado. Es una vergüenza que una compañía como la Transmediterranea tenga estos barcos en estas condiciones, más aún cuando en otros trayectos, como el de Algeciras-Ceuta, ponen los mejores buques. De hecho, yo mismo estrené el Alcantara cuando los sillones no se caían a pedazos y cubría ese trayecto. Parece ser que lo que no se quiere en otros sitios se lo tienen que comer otros.
Dejamos atrás Tánger, con su café Hafa (parece mentira que solo allá dos veces y no haya posteado sobre él), su Golf, su gente, su estrés, y su caída libre a la que la vieja ciudad lustrosa de antaño se resiste a culminar y siempre parece que puede retomar el vuelo.
Llegamos a unos viñedos de Ronda a las 4 de la mañana. Pero, de nuevo, esa es otra historia.

lunes, 22 de agosto de 2005

CdT: Rabat, de lo bueno lo mejor, de lo mejor lo superior

Estos últimos días no he tenido ni tiempo para postear. Me había propuesto contar poco a poco lo que iba viendo por Marruecos, pero he acompañado a los Solana y he restado tiempo a esto. Mereció la pena. Hoy ya desde, Madrid, cuento lo que me acuerdo y lo que quiero contar.
Rabat: después de conseguir nuestros segundo coche de alquiler (el primero solo nos llevó hasta Arcila, no le funcionaba el cuentakilómetros, pero lo peor es que no tenía claxón, elemento imprescindible en Marruecos, donde debes ir marcando tu presencia continuamente porque sino te la pegas o atropellas a alguien), bajamos en un Renault Clio hasta la capital.
Rabat debe de estar como a unos 230 kilómetros de Tánger; hasta este año, había que ir en grandes tramos por carretera de doble circulación . Hoy se puede ir a Rabat en poco más de dos horas, por una autopista de pago.
Sorprende a los que circulamos por carreteras españolas que en la autopistas apenas se corre. Como mucho te adelanta un coche a 140 Km/h. Sin duda la presencia de gendarmes y las fuertes multas (o conversiones a mordidas) que han de ser pagadas al instante, hace que la gente modere su velocidad.
Llegamos a las 14 a Rabat, y aparcamos enfrente del Parlamento, en la avenida Mohamed V, donde están edificios construidos durante el protectorado francés, como Correos y Telégrafos, en un estilo colonial.. Allí nos fuimos a comer a un italiano, quizá el más conocido de la capital que responde al poco original nombre de La Mamma Mía.
Tras una calurosa lasaña y demás pasta, nos lanzamos con todo el calor (no tanto como cabía esperar) a descubrir la medina de Rabat. En semana santa había estado ya allí, y me sorprendió lo limpia y agradable que estaba; además la gente está mucho más relajada que en Tánger, y no te acosan con el “pasa a mirar amigo”. Aquí, con los regateos oportunos, te tratan como un comprador, no como un gilipollas. Deberían de aprender los tangerinos de adopción que han ido convirtiendo esta ciudad pesada para el visitante, pesada incluso para el oriundo.
Las mercancías son las mismas, pero más baratas. Se encuentra lo mismo, salvo los uniformes que llevan los integristas. En Rabat apenas son visibles, y cuando le pregunté a un comerciante me dijo que por la medina sería difícil de encontrar. Aquí, en la capital, el integrismo religioso es menos visible que en el norte.
Terminamos en la Kasbah, para luego coger dos petit taxi para llegar a la Tour Hassan y al Mausoleo donde están enterrados Mohamed V y sus dos hijos, el Rey Hassan II y su hermano menor.
La torre y la que iba a ser la Gran Mezquita de Rabat, no terminó de construirse; un terremoto en el siglo XVIII terminó con cualquier espectativa de retomar el proyecto. Se dice que la torre fue construida por el mismo arquitecto que hizo la Giralda cuando era la Gran Mezquita de Sevilla y la Koutoubia de Marrakech.
El mausoleo estaba lleno de gente que se asomaba para ver las tumbas y oír al recitador del Corán, que lo está leyendo continuamente. El flash de las cámaras y el olor a incienso termina por configurar el paisaje habitual de éste lugar.
A las 17 horas asistimos a la retirada de la bandera realizadas por la guardia real que custodia el lugar. Es una ceremonia diaria, a toque de corneta, que termina con el plegado de la bandera que es escoltada por quienes la bajaron.
Otros dos petit taxi (yo ya me había pasado con mis ganas de ir andando a todas partes) nos lleva hasta el Mechuar, auténtica ciudad dentro de Rabat, donde se encuentra el Palacio Real y la presidencia del gobierno. Después de ir deambulando de puerta en puerta, y de identificarnos ante un policía seguidor del barça, llegamos hasta la entrada de palacio, rodeados de increíbles avenida arboladas y con parques impolutos con lustroso césped. Terminamos saliendo por la magnífica puerta de los Embajadores, por donde deben de entrar los embajadores camino de coger su acreditación ante el Rey.
Ya en el Bulima, tomando un café, Natalia acierta a decir que “Rabat es el otro Marruecos”. Rabat es una ciudad que merece la pena ser conocida.
Larache: Maldita la hora que se me ocurrió entrar a la ciudad que vió, hace años, nacer a Concha Velasco y en 1929 al gran escritor Luis Martín-Santos para ir a cenar a la Casa de España; no la encontramos, pero a cambio nos dimos un estresante paseo por unas avenidas llenas, atestadas de gente. “Si quieres conduzco yo” le propuse a Fernando, ya que estoy más acostumbrado a sortear viandantes salidos de todas partes. "A mi me gusta éste desorden, más que el orden de Rabat", me consuela. En un día nos llevamos dos retratos de una misma realidad: una ciudad como Rabat, ordenada y civilizada, a una ciudad con un orden caótico.
Nuestra incursión termina en fracaso, y sin cenar, nos retiramos a Tánger, donde nos esperaba, de improviso, el último día.

Fotografías: Arriba: Vista de la torre Hassan. Abajo: Autoretrato de Natalia y servidor, en el Boulevard Mohamed V. El edificio rojo que aperece en el fondo es el parlamento. Fotografías: Moeh.

miércoles, 17 de agosto de 2005

CdT: mis invitados felices...

Di un salto al otro lado del Estrecho para pasar un fin de semana en la Duquesa; de paso me bajé a Natalia y a sus padres. Era la primera vez que saltaban a éste lado del Estrecho. “Me lo estoy pasando muy bien, me fascina me encanta”, me dice Natalia desde una cama donde está reponiendo fuerzas mientras yo escribo, al son de la chica de ayer de Nacha Pop.
El verano de Tánger es un puro contraste; sorprendidos mis mdayfin (invitados) de que por aquí haya más mujeres descubiertas y vestidas a lo “occidental”. Esto es verano, y aquí hay influencias de todos lados.
Todo parece que está bien. Lo pasa uno en grande cuando enseña su ciudad a gente que se conforma con todo, que está encantada y que se amolda a todo. Un diez para los Solana & Aliende. Si no nos da tiempo a ver más, amenazan, afortunadamente, con volver; y como nunca se ve todo lo que uno quiere...
Sonidos: el primer día que desembarcas en Tánger estás tan cansado que no oyes la llamada a la oración cuando amanece. Pero el segundo día, el sonido disconforme de todas las mezquitas de Tánger te despierta; no es un sonido atronador, sino más bien relajante. Sabes que son alrededor de las cinco de la mañana, que quedan horas de sueño. Son cinco minutos, hasta que deja de sonar la llamada de la mezquita más retardada.
Está mañana, llamadas a la oración aparte, me ha despertado el “lejiyoooooooo” del vendedor ambulante de lejía artesanal; hay otros días que pasa el del pescado ofreciendo boquerones y sardinas dejando una estela incofundible "d´odeur a poisson" (expresión tomada de Nata); y no podría faltar la flauta del afilador de cuchillos.
Arcila: ayer tuvimos la suerte de estar en Arcila, un pueblo, convertido en ciudad, quizá el más limpio de Marruecos y con la gente más agradable.
Lo malo es que los turistas, que haberlos hay los, pero harían falta más, suben el precio de las cosas, porque con el estándar europeo todo parece barato.
Sin más por hoy, porque el tiempo en la ciudad del cielo protector apremia.

viernes, 12 de agosto de 2005

CdT: las playas

Las playas atlánticas de Tánger son de fina arena, agua casi siempre brava y raramente caliente. Estas playas están a unos 15 kilómetros de la ciudad, y se tarda como unos quince minutos en llegar. Hasta hace unos años la carretera era un peligro: muy estrecha y con un firme más bien deteriorado. En los últimos años se ha mejorado el trazado y se ha añadido alumbrado y asfaltado nuevo.
A los lados de la carretera te encuentras a niños de diez a quince años vendiendo piñones que recolectan de los impresionantes bosques de pinos que hay por los ardedores. Con el dinero que sacan ayudan a su familia y compran los libros y los utensilios para el año escolar siguiente.
Dejando a la derecha el cabo Spartel, la primera playa que te sorprende es la de Sol. Recibe su nombre del Bar Sol, en el que un día se servía pescado frito y todo tipo de bebidas. Hoy en día es un decrépito edificio cerrado que sigue presidiendo su playa.
Con la mejora de la carretera llegó a estas playas el transporte público, y con ello más bañistas. La playa de la ciudad no es muy recomendable para el baño, ya que las cloacas y el puerto se encargan de ensuciarlas.
En verano, a parte de pocos tangerinos (genuínos somos pocos y en extinción), Sol se llena de emigrantes venidos de toda Europa y de gentes del sur que huyen del calor de esas latitudes. Todo ello hace que estas playas estén a rebosar, sin llegar a la horterada de Benidorm. En ella encontramos a gente de todo tipo. Podemos decir que es una playa popular.
Una estampa, cada vez menos frecuente, es la de las mujeres bañándose vestidas, para evitar lo supuestamente escandaloso de un bañador. Sin embargo consiguen el efecto contrario, ya que se podría organizar un concurso de camisetas mojadas. Cada vez más las mujeres lucen modelos de bañador parecidos a los que nos podemos encontrar en cualquier lugar de Europa.
Sol, mi preferida en cuanto a fisonomía, está separada de la siguiente playa por rocas y dunas. Comienza Bal Kasem, playa con el mismo tipo de gente que la anterior. Se observa ya un pequeño cambio: la construcción de un feo complejo de apartamentos con forma de plaza de toros.
La gente en estas dos playas se divierte jugando al fútbol. Las porterías se improvisan con dos montículos de arena. Los límites del campo son las voces que los jugadores dan cuando consideran que ya se ha ido demasiado lejos para disputar un balón. Los equipos se organizan de manera improvisado. Si hay sitio, se entra a jugar. No está vetada la entrada a nadie. Tras media hora de darle patadas descalzo a un balón de fútbol, los pies enrojecen y aumentan de tamaño. Cuando se enfría de los golpes ya no sabes ni andar.
Por estas playas se pasean vendedores ambulantes con refrescos, frutos secos, galletas y hasta garbanzos cocidos. Dos manjares particulares: higos chumbos que venden las jibliyas (aldeanas de los alrededores) y el “jali” que es una especie de dulce enrollado en un gran palo que el vendedor va cortando y vendiendo por trozos.
Estas playas han sido poco cuidadas por la gente, que tiraba lo que le sobraba al suelo. Al acabar el verano tenía un aspecto desolador, que solo lo remediaba las grandes mareas. Sin embargo, sin llegar a merecer la bandera azul, cada año están más limpias, no porque la gente se haya concienciado, sino porque se han puesto cuadrías de limpieza y cubos de basura.
En Bal Kasem, vi hace unos años una patera que había tenido que volver del viaje al norte por el mal tiempo. Era una embarcación endeble que no transmitía ninguna seguridad. En su interior había bidones vacíos de gasolina y ropas abandonas de sus pasajeros. La inmigración ilegal es otro triste uso de estas bellas playas, aunque la distancia y las corrientes de las mismas hace que las mafias prefieran las del Mediterráneo.
Bal Kasem tiene una gran longitud que llegaría hasta un acantilado de no ser por la primera barrera que separa a los playeros.
Detrás de un muro endeble de cañas se encuentra la playa de Robinson, reservada para los clientes y socios del complejo hotelero del mismo nombre. Robinson es frecuentada por la clase media alta de la sociedad tangerina. Esta playa no se diferencia de las que puedas encontrar en el litoral español, salvo porque aquí es imposible encontrar un topless. Es una playa cuidada e impecable, ya que el complejo sobrevive de su explotación. Áquí la bandera azul sería indudable.
Si en la playa vecina las porterías se hacían con montículos de arena, en esta hay porterías fijas con el campo delimitado. Al lado dos pistas de volley playa, con arbitro incluido. Los equipos son ya menos espontáneos que antes.
Cuando entras en esta playa, ves como hay gente que se está midiendo y preguntando quién es quien y qué lugar ocupa dentro de la sociedad.
Robinson acaba en un acantilado. Allí se encuentran las famosas grutas de Hércules, lugar de destino para turistas que soportan como el guía les cuenta a todos la misma leyenda del héroe griego.
Cierra todas estas playas la llamada playa de la Reina, donde está el complejo más exclusivo de todos: Le Mirage.
Todas estas playas, como hemos visto, tienen su público particular; cada uno aspira a estar en la playa siguiente, como símbolo de que ha escalado en la sociedad: es más fácil pasar las dunas que el muro de cañas; aún así éstas son endebles. Cada paso de una playa supone un ascenso.
Sea como fuere como mejor están es en el mes de septiembre, cuando ya están vacías y solo hay locos surferos y algún que otro perro vagabundo.

martes, 9 de agosto de 2005

Peter Jennings

Peter Jennings falleció hace dos días después de luchar contra un cáncer. Parece que cómo mueras, será parte de tu epitafio.
Jennings ha sido un periodista genuino de los envidiados porque ha estado en todos los fregados, desde guerras como la del Vietnam, pasando por abrir el primer despacho de noticias estadounidense en Beirut, Líbano, hasta llegar a la guerra del directo.
Ayer por la noche, otro grande de la televisión estadounidense, Larry King, le brindaba un homenaje.
Su frase para cerrar los informativos: "At any rate, that's it for now on World News Tonight. Have a good evening. I'm Peter Jennings. Thanks, and good night."
Descanse en Paz.

domingo, 7 de agosto de 2005

Cuaderno de Tánger (CdT): la llegada.

Cogí el tren en Atocha a las 8.15 de la mañana, sin haber dormido nada, porque salí con Rosa y Elvira a cenar en el Picanha, a tomar un par de copas en el “100 por 100” para terminar en un karaoke callejero improvisado cantando Revolver, Ismael Serreno, Los Rodríguez...
El trayecto es de unas seis horas. Ya de por si pesadas, pero más si le añades que a tu lado va una borde con el dedo corazón vendado haciéndote la señal del “jódete” todo el rato, hay una vieja en tu mismo wagón, dos filas más adelante, con un gato que se orina cada dos por tres, y con tu asiento que solo puede permanecer en la posición de rigor mortis, porque el sistema de reclinación no funciona.
Me fui a la cafetería y allí pasé el resto de las cuatro horas, apoyado malamente sobre la mesa, y dando algunas cabezaditas.
Nada más poner el pie en Algeciras me llegó el calor sofocante y húmedo que hace por estas latitudes. No es el calor de Madrid, que ni para atrás te acostumbras. Aquí el calor te parece insoportable el primer minuto, pero te acostumbras y no lo tienes casi en cuenta.
Tuve suerte con el barco, y logré embarcarme, sin colas, en el euroferry Atlántica, un barco grande, con una cubierta generosa. En estas fechas, los buques que cubren el trayecto entre Algeciras y Tánger están repletos de emigrantes marroquíes que vuelven a sus casas. Siempre se les ve cansados a estas alturas del viaje. Muchos vienen desde Francia, Bélgica, Holanda, Alemania...por lo menos llevan dos días en carretera, con los coches cargados de regalos y mercancía para vender. Una vez vi una furgoneta que en el techo llevaba un baño completo, con su bañera incluida. Así de cargados la conducción debe de ser lenta para ser segura, y así monótona y cansina.
Este año veía que venían más felices, más alegres. Los niños, como siempre, correteaban por cubierta de popa donde me había tumbado en un banco a dormir la quinta siesta del día. Los mayores, normalmente, están ya apagados y cansados. Este año, estaban más contentos. Algunos dicen que en Europa se les está estigmatizando tras los actos terroristas cometidos por la gentuza de siempre, y la vuelta a Marruecos les hace olvidar un poco esa presión.
Otra vez como siempre, se les iluminaba aún más la cara cuando la bahía de Tánger se dibujaba cada vez más. La proa enfiló el puerto, y de nuevo como siempre, el Atlántica tardó en atracar, porque si el capitán navegar navega bien, lo de aparcar el trasto no es lo suyo.
Nada más abrir la escotilla para que los pasajeros salgan presurosos, me di cuenta de que estaba en Marruecos: dos personas acababan de llegar para hacer arreglar la rampa mecánica que nos permitía bajar del buque; habían tenido todo el día para arreglarlo, pero hasta el último momento nada. Parecía que no sabían lo que hacían: un par de golpes de martillo, cables conectados al azar y la rampa, tras media hora de espera y chispazos al aire, se pone en marcha. Bienvenue au Maroc. Uno se abre la cabeza y, como si de una tarjeta sim de teléfono se tratara, cambia el chip para coger la cobertura marroquí.
Con el Chip cambiado llegó a casa. Mi madre me avisa de que ha venido Sohra. Sohra es mi tata, por así decirlo. Ahora, con 40 años, tiene cuatro hijos y vive en un pueblo del interior, Had el Garbía, afortunadamente a pocos kilómetros de Arcila, cuidad que le sirve para evadirse.
Sohra siempre ha sido una mujer luchadora, de las que crean escuela y cuadrilla allá donde va. En su pueblo, ella es la única mujer que sabe leer; se empeña en leerles el periódico a las mujeres y explicarles, a su genuina manera, lo que pasa en el mundo. Además desde su llegada al pueblo de su marido, las tiene revolucionadas con su mentalidad más abierta. Oírla hablar te reconforta y divierte.
Como muchas mujeres de Marruecos, es ella quien lleva el peso de la casa. Su marido es mayor y, soldado raso ya jubilado, solo se dedica a ir impecable por el mundo. “Va al café todo planchado y elegante. Parece un ministro” me decía Sohra con su risa que siempre ha sido contagiosa. Entre risas y exageraciones, te cuenta que ella es la que tiene que administrar “la fortuna de la familia” y planificar el destino de sus cuatro hijos. A ello dedica su vida, con la alegría de siempre. Sus cuatro hijos, en ese sentido, va muy bien encaminados.
El stress juvenil: lo de nuestra selectividad, señores, es una supina tontería comparado con lo que tienen que hacer aquí los jóvenes que acaban el bachillerato. Para quitar potenciales estudiantes universitarios y desmasificar las facultades, el Estado ha impuesto que el bachillerato solo tenga validez de dos años. Si al tercero no te han aceptado en algún lugar, tienes que volver a repetir el bachillerato y la selectividad. Así se maquilla aquello de que en Marruecos hay muchos universitarios parados. Los que quieren estudiar y llegar a la universidad se dejan todo en la silla, en un mundo cada vez más competitivo. Y una vez alcanzado y culminado el Gaudeamus igitur, la dura lucha de ser un parado universitario de eterna duración.
Sohra, antes de marcharse, me ha dejado hechos los mejores regaif que se hacen en el mundo. Los regaif son una especie de tortas hechas a base de harina, huevos, aceite...y muchas horas de amasar. Es mi desayuno de estos días, hasta que se acaben.
El rencuentro: el trío ha vuelto a reencontrarse. Como todos los años, Alex, Anas y servidor vuelven a coincidir en verano. A la media hora de llegar a casa, ya estaban llamando insistentemente a mi puerta. Abrazos palmaditas, y “vamos a cortarnos el pelo”. Quedo en que voy a buscarles donde Anuar (ya lo presentaré) porque estoy esperando a que llegue mi padre para que me deje mi Fiat Uno
Cuando por fin tengo coche, me voy a por estos dos locos de la vida. El centro de Tánger está repleto a estas horas. En verano, esta ciudad triplica sus habitantes: por un lado los emigrantes que vienen de Europa, y por otro los que vienen huyendo del sórdido calor del sur del país. No se puede ni caminar. Te van placando y empujando sin querer. Hay que acostumbrarse a ir esquivando.
Llegó a la peluquería y ya se están yendo. He logrado rescatar mi cabellera, al menos un par de días más. Inexorablemente, tendré que reducirla.
El día 2 ha sido muy tranquilo: dormir, un poco de golf, postear sobre Hiroshima y Nagasaki y hacerle un blog a mi madre. Esta ilusionada con esto de tener un blog. Por la noche me dedico a la Iliada, porque Anas y Alex están igual de rendidos que yo, y decidimos no salir. Ya he aterrizado en Tánger.

sábado, 6 de agosto de 2005

Hiroshima y Nagasaki

Pie de Foto: Fotografía de un edificio de Nagasaki que sobrevivió al bombardeo.Extraída de Wikipedia.

Nos bombardean los medios con el aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas sobre estas dos ciudades niponas 60 años atrás.
Es, sin duda, la mayor destrucción de la Humanidad en tan poco tiempo: solo en Hiroshima fallecieron unas 130.000 personas inmediatamente después de que Litle Boy (sarcástico nombre con el que fue bautizada la bomba lanzada por el Enola Gay, el B-29 bautizada así en honor a la madre del piloto del mismo) estallara sobre la ciudad. Luego le siguieron (y siguen aún hoy) los miles de muertos por diversos tipos de cáncer en las dos urbes.
Los entresijos del lanzamiento de las bombas (en las que trabajaron destacados científicos en el ultra secreto proyecto Manhattan) hace que los pelos continúen más en punta. Hiroshima no había sido un objetivo militar en potencia. De hecho no había sido bombardeada con anterioridad. Precisamente esto es lo que la hacía atractiva para recibir la primera bomba: al tener todos sus edificios intactos, se podía evaluar mejor el alcance destructivo de las bombas. Pero por no ser un centro militar de relevancia, también a él se había dirigido numerosos refugiados de otras zonas castigadas por los raids estadounidenses. Luego, como justificación ante este hecho, se dijo que iba a ser utilizado como cuartel general japonés en caso de una invasión aliada.
La suerte de Nagasaki y de sus habitantes cambio por el tiempo: el primer objetivo, Kokura, situado más al norte, no podía ser atacado por el mal tiempo reinante. El B-29 Bockscar (bautizado así en honor a su piloto habitual, que no lo pilotó en esta misión) tuvo que desplazarse hasta el segundo objetivo, Nagasaki. En esta ciudad se situaba la factoría de Mitsubishi donde se había fabricado los torpedos usados contra Estados Unidos en el ataque de Pearl Harbour.
Si el cambio de tiempo hizo que se cambiara el lugar de lanzamiento de la Fat Man (hombre gordo) , este se adelantó once días porque era imperativo que Japón se rindiera. La destrucción de Hiroshima no podía aún ser evaluada por el ejercito nipón y su Emperador, ya que las líneas telefónicas y de ferrocarril había quedado inutilizadas fruto del bombardeo; de no haber sido así, tal vez al ver el resultado devastador, Japón se hubiera rendido. Sin embargo, también EE.UU podía haber esperado que el Imperio del Sol Naciente hubiera digerido el ataque para rendirse. Pero no se podía esperar, ya que Rusia, tras declarar la guerra a Japón, entró en China a través de Manchuria. Recordar que Japón había invadido China en 1930. El avance hacia Corea del ejército rojo podía hacer inevitable que éste invadiera a su vez Japón si no se rendía antes. Una segunda bomba adelantada en el tiempo forzaría, y forzó, a Japón a rendirse.
Si para conquistar Troya hicieron falta 7 años, para doblegar a Japón solo bastó dos bombas, que podríamos comparar con la armadura y la espada que usara Aquiles en aquella guerra. Estas dos bombas lograron que Japón se rindiera y aceptara la capitulación de Post Dam, con la condición de que el emperador Hirohito continuara en el poder. MacArthur tuvo que bregarse tanto en casa como frente a los japoneses para que ello fuera admitido (mientras en Washington se decía que el Emperador iba a ser juzgado como criminal de guerra y sentenciado a muerte, el General tenía que decirles a los nipones que matar a Hirohito, para él, sería como la crucifixión de Jesús).
El poder destructivo y de devastación de las bombas nucleares han hecho que las Relaciones Internacionales cambiaran. Tener el Arma cambiaba y cambia el papel de un país en el juego internacional. Solo basta ver el ejemplo de plena actualidad de Irán o Corea.
Lejos de la Real Politic, Hiroshima y Nagasaki son los actos de devastación más inmediata de la historia de la Humanidad. Como me diría hace un año una persona respondiendo a un cuerstionario Proust, modificado para conocernos mejor, “Hiroshima y Nagasaki fue uno de los actos más repulsivos de la historia”.
Pie de Foto: Fotografía de un edificio de Nagasaki que sobrevivió al bombardeo.Extraída de Wikipedia.