lunes, 30 de abril de 2007

Ayúdenme con el nombre, pliss

Nació el sábado; pesa 1,7 kilos y he decidido que se llamará...ni idea...así que os pido ayuda....

Alguien me propuso Sofía
, por eso de que me declaro monárquico.

Pero no me convence, porque es un nombre precioso y es de persona, y esto es una maquina al fin y al cabo...

Así que este es un llamamiento para que mis 14 fieles lectores propongan nombres.

Por cierto, estamos hablando de mi nuevo portatil, eso que ahora todo el mundo le ha dado por llamar Laptop...

Una foto para que os inspiréis 14 fieles lectores:

sábado, 28 de abril de 2007

En la cola del cajero

Consultó su reloj, y ya iba con cinco minutos de retraso a su clase de japonés; pasaba por el cajero para sacar dinero con el que tenía que pagar a su profesor, un antiguo cocinero de éxito metido a profesor de lengua para orientalistas de postín.

El primer cajero de la sucursal le escupió la tarjeta con un "su operación no puede ser realizada"; la misma sucursal tenía un cajero doblando la esquina, pero estaba con todas sus tripas al aire mientras dos operarios trabajaban, aunque no se intuía si era para sacar los cables o volverlos a meter.

Dentro de la sucursal, el único cajero registraba una larga cola.

Una señora mayor se situaba frente a la cola, con cara de muy pocos amigos, muchísima laca y un abrigo de visón, que le confería un aspecto altívamente estúpido y aberrante.

Introducía hoja por hoja para ir actualizándo su libreta. Por el tiempo consumido pensó que la señora iba aún por los emolumentos cosechados en su primera comunión; quedó confirmado cuando se quedó sin libreta, y tuvo que ir a por otra al mostrador; los que le precedían empezaban a mostrarse inquietos, y miraban a la cola aún más larga del cajero de toda la vida.

Los minutos pasaban, ya diez perdidos en su reloj, aunque por fin parecía que la anciana había logrado actualizar su vida económica y, tras sacar una cantidad importante de dinero, se puso a comprobar cada una de las entradas anotadas en su libreta desde que su tía María le metiera 3 pesetas allá por el año 1920.

«Perdone señora, puede hacer el favor de comprobar que todo está bien en otro lado, y dejar a la gente que use el cajero», dijo en un tono algo indignado por los 15 minutos de retraso que ya arrastraba.

«Es usted un maleducado, joven», le dijo la señora con aire de soberbia.

«Y usted, hace mucho mucho tiempo que fue joven.», fue su única contestación que bajó a la realidad a la señora del visón y pelo lacado.

martes, 24 de abril de 2007

Día del libro ya terminado

En el día del libro no he tenido ni un minuto para leer un solo libro; leer he leído y mucho (me paso el día haciéndolo), pero de libros, nada de nada.

No he regalado ni tan siquiera un libro y una rosa, como hacíamos mi amiga Ana y yo. Ahora se me ha marchado por trabajo (en verdad es por amor) a Sevilla, así que no he regalado ni eso.

Volviendo de trabajar, camino de una terraza donde no me quisieron poner nada ya que había cerrado, me encontré en la calle Fuencarral con libros colgando de unas marquesinas, para que los viandantes se pararan a leerlos.

No me paré a ojear ninguno, pero si hice algunas fotos a la gente:


La mujer lee un libro sobre masajes. El hombre lee "El libro de los finales", de Albert Angelo, en el que recopila frases dichas por escritores, músicas y demás cultos antes de estirar la pata.

De éste último libro saco esta frase pronunciada por Leonardo Davinci: "He ofendido a Dios y a la humanidad porque mi obra nunca alcanzó la calidad que debería haber tenido." Eso es humilidad.

PS: Siento lo mal que he escrito este post, pero la noticia de la muerte del gran Boris Yeltsin me ha afectado.

jueves, 19 de abril de 2007

Los cinco minutos en el balcón

Después de ver unas cuantas cosas que no me han gustado nada (no cambiarán por mucho que las cuente), escribir un guión de un proyecto que no termino de empezar, darme golpes en la frente porque el día no me ha dado ni para el 30 % de las cosas que tenía que haber hecho, pintar un Warhol (me falta depurar bastante la técnica) y enviarlo por correo a la modelo (que de esta no vuelve a posar), me quedan mis cinco minutos escasos en el balcón, al aire, viendo como Madrid hace que descansa.

Intentaré no pensar en nada durante esos cinco minutos , solo ver, escuchar y a la cama. Mañana será otro día, con unos cinco minutos en el balcón.

domingo, 15 de abril de 2007

Souvenir de Canarias: Puro de medio metro

Las mudanzas son una especie de psicoanálisis al que uno se somete al enfrentarse con lo que ha ido guardando después de tantos lustros. Nos enfrentamos a la cantidad de cosas que hemos comprado, guardado, vestido, utilizado y sin saber porqué. En el fondo todos, todos, tenemos un inicio del síndrome de Diógenes.

Mi hermano está ahora enfrascado en una de ellas. Se ha deshecho de corbatas horrendas, de trajes con botón dorado - en su defensa diremos que no se ponía esas cosas, que siempre tuvo buen gusto para vestir - y de un sin fin de trastos que uno va acumulando, sin saber porqué.

Entre esos trastos ha aparecido un puro de Canarias, que compró cuando fue a Tenerife hace bastantes años - creo que no existían aún aviones que enlazaban el Archipiélago con la Península, y el medio más rápido era un vapor que salía desde Cádiz. El puro - medido con mi tipómetro, objeto inútil donde los haya que solo uso para este tipo de cosas - alcanza el medio metro.


Evidentemente, el puro no ha pasado la prueba, y su último destino va a ser el cubo de la basura. Lo he indultado, momentáneamente, para hacerle las fotos, junto a estos dos playmobil, por eso de la escala.


Lo mejor de toda esta historia ha sido lo que me ha dicho ya en la puerta del ascensor cuando desfilaba entre bártulos y maletas: "No te lo fumes que lleva un cable dentro." Hermano, tan mal no estamos...

sábado, 14 de abril de 2007

Definición de un aterrizaje normal...

...dicha por una persona que tiene pánico a volar en el momento en el que su vuelo comenzaba el descenso: "Esto es peor que el Dragon Khan"

PS: Por si la dicente de la definición lee este post, le recomiendo la entrada de Wikipedia en español, y también neerlandés, para que vaya practicando el idioma que hablan en Holanda ;-)

miércoles, 11 de abril de 2007

Pá borrarse del gimnasio

Voy al gimnasio tres o cuatro veces por semana. Voy porque si no lo hago no hay quien me soporte, y lo que es peor no me soporto a mi mismo. Y además, así estoy en forma.

Ayer, navegando por la internet, me encontré con las fotos de este buen hombre que se fotografió durante los 50 meses que fue al gimnasio:


Yo no entiendo de estética, pero en los extremos, como dijo Aristóteles, no está la virtud. Aquí podéis la evolución mes a mes del entrenamiento [ojo al dato, que se tuvo de operar el pobre de hernia]

Tampoco entiendo de metabolismo, pero creo que esto no es normal.

Dan ganas de borrarse del gimnasio.

viernes, 6 de abril de 2007

Prometo regularidad

Siento haber estado tan ausente de esta bitácora, y haber dejado desatendidos a mis 14 fieles lectores. Pero nada, creo que ya me he estabilizado un poco, y ahora quiero prometer y prometo regularidad en el posteo de esta bitácora, que es la genuina y con la que empecé.
Así que, como mínimo, dos post por semana (puff...me veo tragándome mis palabras).
Si les sirve como excusa, me quedé sin cinta de mi Hispano Olivetti del año 1920 con las que escribo este blog.

El vagón cárcel

Estaba yo feliz porque estas vacaciones no iba a coger tren alguno, y me iba a librar de un suplicio: las familias con miembros de poco más de medio metro.
Pero no. Pese a que sigo clavadito en Madrid, tuve que coger un tren la semana pasada, el sábado, para ir a Valencia. Y claro, el vagón lleno de niños.
Los que estaban cerca mía, todo hay que decirlo, se portaron bien porque yo esperaba lo peor, ya que la madre viajaba sola con 4 jabatos. Pero, afortunadamente repartió consolas y libros para colorear, teniendo a los críos entretenidos como niños que son, y sobre todo pendientes de ellos.
Pero en el otro extremo del vagón, una familia compuesta por una Juani de la periferia madrileña - anillos, pendientes y cadenoncios de oro, mallas a revantar por los que rebosan los michelines, top con pircing en el ombligo, todo ello aderezado con un perfume dulzón de marca que solo se ponen los horteras - con tres malas bestias y un marido que no podía dudar de su paternidad.
Montaron un buen escándalo, pero con los cascos, el ruido quedaba lejos. Solo llegó un olor a chorizo que tiraba para atrás, en el momento que la madre pensó que era hora de alimentar a sus michelines, tanto internos como externos, es decir los hijos y la bestia del marido.
Pero es un asunto que no tiene nada que ver con las clases sociales o estatus económico. Recuerdo una vez que, en el tren de Algeciras a Madrid, en la parada de Boadilla, se subió una pija, con cuatro mozalbetes -Gonzalo, Borja, Beaaa (que no Bea) e Iziar, aún tengo pesadillas con ellos- y una pobre niñera que se le veía el halo de santa.
La madre pija - recuerdo que llevaba botas de montar a caballo metidos en un vaquero ceñido - cogió el Hola! y se puso a leer, sin prestar atención a los cachorros de hiena que tenía por hijos, que para eso ya pagaba a la pobre niñera.
Los zagales se pasaron el viaje dando brincos, metiéndose a los pies de la gente, gritando, jugando con multitud de aparatos que emitían ruido a raudales, y si el mecanismo electrónico dejaba de funcionar, usaban su boca para emitir un sonido aún mas histriónico.
Pero lo mejor llegó en la estación, cuando entorpecieron la salida con las 79 maletas con las que viajaban, y no dejaban bajar a nadie. Así que incluso salieron antes que yo, con lo que presencié el recuentro con el marido - recuerdo el barbour, porque ya sin duda los sitúe en el bario que nunca fue bombardeado -. "¿Has tenido buen viaje, cariño?" le pregunto. "Si, apenas me ha dado tiempo de terminarla la revista."
Todo esto que les cuento es para lanzar a Renfe, que ahora se llama Adif, nombre más propio para una aseguradora, una propuesta: un vagón, a la cola de los convoy, con una piscina de bolas, para encerrar durante el trayecto a los renacuajos y a sus padres, y que allí se las apañen ellos hasta llegar a la estación de destino.
Si no quieren ponerle el nombre de vagón cárcel, pueden llamarlo eufemísticamente vagón guardería o espacio recreativo para jóvenes - mejor niños porque si no se meten allí la generación siguiente a montar el botellón y fumar porros.
Lo ideal, si fuera posible, sería educar a los padres para saber controlar a los hijos, que los pobres, en el fondo, no tienen culpa de ser unos salvajes. Creo que ya no se ven padres de esos que con una mirada fulminaba a toda su prole y a la de los que pasaban por allí.

Firmado: Un carca gruñón.