viernes, 7 de octubre de 2005

A lo peor es que no sé escribir


Ando unos días de aquí para acá, con líos de todo tipo; llevo una semana sin leer la prensa, pecado capital y sin absolución; escucho la radio, porque para eso no hay que hacer esfuerzo, y veo algún noticiero por la caja tonta; y llevo una semana sin escribir una sola línea para mí. En cambio, escribo algo absurdo que es a qué me pienso dedicar los próximos cuatro años, Ministerio de Educación mediante. Es un coñazo de papeles, firmas....
He intentado escribir algo sobre las vallas de Ceuta y Melilla, y no he podido. Se me acumulan las ideas, no quiero caer en lo que ya se ha dicho, y termino pensando que para decir que inhumano es todo y que me quiero bajar, aunque sea en marcha, de todo esto.
Hace un rato que me he puesto a leer el blog de Rosa, que hoy se ha ido a un homenaje al maestro Navalón, antes de partir a Nueva York (Rosa, ya lo cuento porque ha salido en la prensa de Salamanca, gracias a Carmen Esteban). Rosa es la mejor cronista que puede haber (no te sonrojes, pero el canapero del otro día fue una pasada). Además me ayuda con frases taurinas, que son como una filosofía: “el toro bravo se crece en el castigo” o “no te preocupes, el ruedo es redondo, y terminan volviendo”. Y por si fuera poco, es la que me promociona droga dura: música.
Luego he saltado al blog de mi amigo Carlos, que me hace sonrojarme delante de ordenador cuando leo lo que me pone en un invento llamado Orkut que aún no he tenido tiempo de indagar (mi primer propósito era que una estona de tremendos ojos azules me aceptara como su amigo o para lo que ella quisiera...pero luego me han seducido otros ojos azules más reales y con acento del rio de Plata). Carlos ha posteado hoy acerca de un amigo suyo que iba por el mundo de nazi de boquilla, pero que, tras ver como pegaban a gente,
se ha dado cuenta de que él no puede hacer daño a nadie, y ha abandonado toda pretensión de arreglar (perdón, quise decir estropear) el mundo con violencia y palizas por doquier.
Me he parado un rato a leer el blog de Laura, una persona que escribe con una intimidad apabullante, tanto que a veces tengo la tentación de coger el teléfono y pedir permiso para profanar su intimidad. Pero recapacito porque tengo miedo de que me diga que hoy no toca leerla.
El último post hablaba del eclipse, de las sombras de un árbol y de una canción, Sleepy California, que llevaba escuchando tiempo, pero que no sabía de quién era. Yo en casos extremos acudo a mi amigo Tito, que es un hacha y se sabe todas las canciones. Una vez le tarareé una canción por el messenger y el campeón dio con ella. Algún día le pasaré el mail a Laura, quizá ella le ponga en un mayor aprieto.
Por cierto, ya me estoy bajando la canción...ya se sabe, para que no me manipulen y me forme la opinión por mi mismo. Todo esto porque ayer la afable señora del Mastiopiero (mi sitio preferido para cenar pizzas, criollas y dulce de leche, todas ellas tan argentinas como la dueña) me hecho una bronca de cómo tenía que ser un periodista. Menos mal que la soñara no se entero de que llevaba una semana si saber escribir.
Tras una parada en las voces de Laura, he saltado de nuevo al de esa señora al que uno le debe en esta vida todo y más. Todo porque su último post era sobre lo que yo quería escribir. A lo mejor yo exagero, pero me encanta cómo escribe.
Todos estos escriben como magos de las palabras, todos cronistas de la vida. Mientras, yo solo siento ansiedad por escribir algo, y no me sale. Lo del pánico al folio en blanco es mentira, porque yo lo lleno, pero de tonterías. Nada, estoy en crisis creativa. Tengo que hacer como hace la pintora de mi casa, que es castigar al lienzo cara a la pared.
Mientras escribo escucho a Ricardo Arjona, un tipo que me ha descubierto, como no, Rosa. No paro de escuchar una canción que se llama “historia de un taxi”. Éste tipo es como un poeta pero cantado. Tiene frases carne de SMS para sentenciar amores y conquistas.

Seleccionaré unas canciones, algo de éste Arjona con Algo de Calamaro, pero todas canciones de desgarro. Voy a ponerme a leer Juliano el Apostata, hasta que me conquiste Morfeo. Espero que me brinde un bonito sueño. Quizá que soy escritor...no... mejor: un simple poeta en el frente de la paz y con el amor en la retaguardia...

Pie de foto: Prueba de que no sé escribir es mi caligrafía ininteligible. Foto y cuaderno: MOEH

3 comentarios:

Ana dijo...

No se escribe cuando se quiere sino cuando lo necesitamos....estos días tenias demasiadas cosas que ocupaban tu cabecita..ahora a esperar y de pronto aparecerá "el gusanillo" ¿o se dice inspiración?...Cuidate

Laura Barrachina dijo...

Te lo dije en otro comment, pero me encanta cuando escribes porque te has dejado llevar. Cuando lo de tus vecinos me quedé atrapada. Deja que llegue el momento. En nuestro caso, que no somos escritores de profesión y tenemos que hacer otras labores, debemos dejar que llegue el momento.
Un abrazo, y respira hondo. Serás grande, más.

Anónimo dijo...

Si se torea como se es. También se escribe como se es.

En serio, yo no opino que no sepas escribir. Quizá sólo sea que aún no te encuentras. El día que uno piensa que sabe escribir, seguramente sea el momento de dejar de hacerlo porque se ha conformado consigo mismo y adiós progreso, adiós evolución, adiós mejoras...

¿Ves como si que mola abrir los comentarios?