He pegado el salto y estoy en Nueva York. Así inicio esta serie desde NYC.
Tramites: todo aquello que te cuenten sobre los impresos que tienes que rellenar en el avión para entrar en Los Estados Unidos es verdad. Te preguntan si del 30 a 1945 te dio por perseguir a estadounidenses o cualquier ciudadano de un país aliado. Deberían actualizar un poco los folletos. Los policías de aquí son como los de las películas (bueno, ya sé que es al revés, pero desde que estoy aquí respeto aún más el trabajo de los cineastas que copian la realidad). Pero sin novedad, sin interrogatorios ni preguntas, te sellan el pasaporte, te toman las huellas y una foto. Tu te afanas en sonreír y poner buena cara pero, aviso a futuros pardillos, te da igual porque no ves el resultado de la foto (malo porque después de 8 horas de vuelo que cara vas a tener).
Mi primer taxista: los taxistas son, también, como los de las películas. Mi primer taxista ha sido un indio que no debía de tener más de 15 años, pero era genuino. Aquí no te ponen la COPE, y te dan palique. Detrás de la mampara puedes hacer tu vida.
Broadway y Time Square: lo primero que he visto de esta ciudad ha sido el espectáculo de Broadway, con sus carteles luminosos anunciando musicales y series de TV, aunque también los telediarios. Esto es puro espectáculo. Me ha encantado, de manera singular, los anuncios de “Sex and City”, conocido al otro lado del charco como “Sexo en Nueva York”. Prometo postear una foto de sus carteles, as soon is posible. En un momento se forma un corro de gente. Asisto a mi primer espectáculo callejero. Tres negros empiezan a realizar una coreografía, con volteretas y saltos que suponen un desafío real a la gravedad. Claro que eran todo músculos.En esta ciudad esperas que de una esquina, salga Scorsese o Woody Allen y diga con un megáfono: “corten”, y entonces todos se revuelven y dejan su papel de figurantes.
Mi hot Dog el hambre apremia, y ya eran las 23 cuando Rosa me llevó al Virgil's. Unos nachos, unos jalapeños y un genuíno. ¡Qué bueno estaba todo! Lo más gracioso es que en el sitio no te ponen servilletas. Yo siempre me quejo de que te ponen las mierdas de papel, que te limpias un poco y se desintegran. Pues en el Virgil's te ponen, agarrense, una toalla que por más que te empeñes no consigues ensuciar. Por si fuera poco te dan otra ardiendo para que te quites toda la grasa del perrito, por no hablar de la montaña de nachos (bautizado por Rosa como las Rockie Mountain pero en nachos).Central Park: mientras posteo desde un piso 24, tengo, nada más y nada menos, a Central Park a mis pies. Veo como la gente corre, y me dan ganas de calzarme unas deportivas y echarme a correr. El cielo está plomizo y llueve, como no para de hacer desde hace unos días, según me cuenta Rosa. De momento solo ha sido en forma de shower, como llaman aquí.
El Jet Lag no existe: otro mito que se me cae. Te dicen que lo peor de dar el salto es lo del sueño. Pues no es cierto, porque yo he dormido como un lirón hasta las 7 de la mañana. Hay que reconocer que te vas dejando una parte de tu cuerpo en cada uso horario que atraviesas, y que llegas un poco cansado, pero razón de más para dormir mejor.
Me he despertado a esta hora, para hacer mis deberes matutinos, entre ellos escribir esto, pero sobre todo porque nada más abrir los ojos y ver la vista que tienes, con los rascacielos (aquí lo normal es un edificio como el de Torre España) y el Central Park, te convences de que no puedes perder el tiempo durmiendo en la ciudad que nunca duerme, porque de ser así te lo estarías perdiendo. Lo siento señores, tengo que ponerme a rodar mi película en este escenario que es Nueva York.
2 comentarios:
Me han dado cosquillas en el estómago al leerte. Me alegro de que estés en esa peli. Acción.
No sabes la envidia que me da escucharte todo eso... te odio por estar ahñi, y eso q a mí nunca me ha llamado demasiado la atención Nueva York. Sigue pasándotelo genial y hazte un diario para que no se te olvide contar nada a la vuelta. Besos y rosas.
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