El día empieza con un desayuno en un McDonald' s. Tenemos suerte de que en España no les ha dado por ofrecer esta comida. El café, ya me habían avisado, es aguado. La hamburguesa no es hamburguesa; el huevo revuelto no tiene sustancia y te ponen una especie de torta hecha con patata machacada que está cruda. El itinerario del primer día se inicia en China Town y Little Italy, para luego echarle un vistazo al City hall, al Brooklyn Bridge y a la Zona Cero (volveremos por aquí el lunes).China Town: mira que es suerte, venir a NY y que el China Town haya una especie de festival culinario, en el que los restaurantes, chinos claro, sacan unos puestecillos y venden distintas cosas por un dolar la ración. En teoría, luego podías votar al mejor puesto, pero aquí los camilones como que hemos pasado de votar. De primeras nos hemos metido una pasta con verduras y salsa de tomate más que picante. Luego nos metimos un rollito de primavera, también vegetal. En otro puesto, nos metimos un flor de loto, y unos nachos con frijoles (si, en un chino nachos...que nadie se sorprenda, esto es NY). De haber votado este sitio se hubiera llevado la peor nota. Finalmente fui seducido por una bandeja de sushi, es la primera vez que probaba el sushi y de entrada me ha gustado. Salvo esto último, todo lo que comimos fue vegetariano: aparte de unos ciertos recelos, se quitan las ganas cuando ves una especie de asador de aves que hay por aquí, que tienen toda la pinta de haber muerto de fiebre aviar. Pero no todo va a ser comida. En China Town, básicamente lo que hay es tienda de chinos, como los hay en Madrid, aunque menos cutres; venden de todo, igual que los chinos de Madrid, y llegas a la conclusión de que esto es una multinacional oculta que intenta implantarse por todo el mundo sin dejar hueco a más comercio. Aquí todo se adapta al bario: en China Town, los letreros son en chino; el MacDonald's es en chino; los policías son chinos; los exploradores de la policía (voluntarios los llaman) también son chinos; y mejor: por aquí están de elecciones a la alcaldía, y mientras la gente se ponía las botas con los rollitos y arroces, un voluntario repartía propaganda a favor del Mayor Bloomberg. Si te veía cara de chino, te daba un folleto totalmente en mandarín; pero si no tenías las ojos rasgados te lo daba en inglés. En un primer momento me largo un folleto en ingles, pero volví con cara de chino y me largo el de los garabatos. Ahora tengo que descifrarlos, porque no es el mismo folleto; a los chinos los intentan engañar como chinos. A los otros, supongo que también. Little Italy: no hay mucho que decir de Little Italy, más que ha sido invadida por China Town; es un barrio lleno de restaurantes italianos, con captadores que te intentan convencer que su restaurante es el mejor para saciar el hambre. Los edificios son cada uno de un color, con estética diferente pero manteniendo algún rasgo común.Un primer vistazo al Brooklyn Bridge y a la Zona Cero: desde China Town partimos por Broadway rumbo al puente de Brooklyn. De paso, vimos los edificios federales, los juzgados, y el ayuntamiento, un edificio de estilo neoclásico; detrás un parque, con una estatua dedicada a Horacio, conocido por los que hemos pasado por Historia del Periodismo Universal. A la derecha, un primer vistazo al puente de Brooklyn, al que le dedicaremos su debido tiempo el lunes, cuando volvamos al distrito financiero y a Ellis Island. Luego, tras andar un poco, la iglesia de Saint Paul. Y justo, a sus pies, la zona cero. Solo decir que impresiona el vacío y emociona las pinturas que se exponían, hechas por niños que habían perdido a familiares muy cercanos en los atentados. Encontrarte a gente “famosa” en Nueva York: dicen que es común encontrarte a actores, cantantes, escritores...conocidos en el mundo entero por las calles de Nueva York. Lo que no nos esperábamos era encontrarnos con el juez Garzón a las puertas de Central Park. Imaginamos que venía o iba de la Metropolitan Opera House. Éste es un edificio singular, con una fachada descubierta a base de grandes cristales, que deja traslucir un impresionante hall donde confluyen varias escaleras. Configurado como un patio central, sobre el hall dan cada una de las plantas. Tuvimos suerte al llegar porque pudimos ver la salida de una representación, con gente vestida con sus mejores galas. El ruido a la altura de un piso 24: es extraño estar a estas alturas y escuchar con claridad los cascos de los caballos que van hacia Central Park; de hecho, mientras termino éste post, un melancólico saxofonista toca una pieza muy conocida cuyo titulo trato de recordar el título.Pensando que como en Madrid no nos da para un piso, hemos mirado los precios en un edificio que se está construyendo en un lateral de Central Park. Para abrir boca, un apartamento de dos habitaciones se sitúa en 2 millones de dolares, aunque claro que seguro que no tendría vistas al parque. Pero si tienes la suerte de tener otros 3 millones más, te puedes comprar el megapiso.
lunes, 17 de octubre de 2005
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