Mi hermano está ahora enfrascado en una de ellas. Se ha deshecho de corbatas horrendas, de trajes con botón dorado - en su defensa diremos que no se ponía esas cosas, que siempre tuvo buen gusto para vestir - y de un sin fin de trastos que uno va acumulando, sin saber porqué.
Entre esos trastos ha aparecido un puro de Canarias, que compró cuando fue a Tenerife hace bastantes años - creo que no existían aún aviones que enlazaban el Archipiélago con la Península, y el medio más rápido era un vapor que salía desde Cádiz. El puro - medido con mi tipómetro, objeto inútil donde los haya que solo uso para este tipo de cosas - alcanza el medio metro.
Evidentemente, el puro no ha pasado la prueba, y su último destino va a ser el cubo de la basura. Lo he indultado, momentáneamente, para hacerle las fotos, junto a estos dos playmobil, por eso de la escala.
Lo mejor de toda esta historia ha sido lo que me ha dicho ya en la puerta del ascensor cuando desfilaba entre bártulos y maletas: "No te lo fumes que lleva un cable dentro." Hermano, tan mal no estamos...
7 comentarios:
Jo, qué suerte.
¡Yo tengo uno igual! Precismanete me lo regaló Jekyll ;-)
Rosa, si quieres el puro aún no lo he tirado...
quater...¿seguro que era un puro? ;-)
¿Cómo que no lo has tirado? ¿Y Pascal?
Un puro de tenerife!! eso no se tira!!
Mira que hay cosas en esta tierra para llevarse un puro de souvenir..
Rosal, Pascal volverá pronto. Se ha ido unos días al Canadá para hablar con su director de tesis.
Migue...lo que nunca me explicó es eso: ¿Por qué?
A ver si se pasar por aquí y nos cuenta...
Pues una vez compré un puro de esos, no tan largo pero de más calibre, en Canarias. Se lo regalé a mi abuelo que fumaba caliqueños.
Se lo fumó, no todo, el dia de mi boda hace ya unos cuantos años.
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