Quedaba poco para que el candil se apagara esa noche; el pigmento con el que escribía -- una mezcla que había aprendido a fabricar con sus propias manos en sus tiempos en Salamanca -- se estaba también agotando. Respiró hondo; sintió como el aire húmedo entraba en sus pulmones; echó el aire buscando así el impulso que necesitaba; sintió como sino una fuerza sobre natural, que sólo aparecía en pocas ocasiones, inundaba su cuerpo; mojó la pluma; y arrancó: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados , lantejas los viernes , algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda."
-- Merda -- dijo para a sus adentros. Y mientras abandonaba su escritorio pensó que las musas esa noche estaban lejos de allí.
-- Merda -- dijo para a sus adentros. Y mientras abandonaba su escritorio pensó que las musas esa noche estaban lejos de allí.
1 comentario:
Cuantas musas hay en la historia....
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