La primera y única sevillana que aprendí, dice que "algo se muere en el Alma cuando un amigo se va”.
El alma se nos hace añicos, y cuesta recomponerla. En verdad, creo que nunca se supera, y convertimos el sentimiento de tristeza en una triste nostalgia cuando recordamos a los que un día nos dejaron.
“Cuando un amigo se va, va dejando una huella que no se puede borrar”, continúa diciendo la amarga y triste sevillana. El amigo, y sobre si es maestro de uno, deja una huella imborrable, un legado inconfundible, cómo lecciones magistrales de la Universidad de la Vida.
El alma se nos hace añicos, y cuesta recomponerla. En verdad, creo que nunca se supera, y convertimos el sentimiento de tristeza en una triste nostalgia cuando recordamos a los que un día nos dejaron.
“Cuando un amigo se va, va dejando una huella que no se puede borrar”, continúa diciendo la amarga y triste sevillana. El amigo, y sobre si es maestro de uno, deja una huella imborrable, un legado inconfundible, cómo lecciones magistrales de la Universidad de la Vida.
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