El cuaderno de Bruselas es el que más grosor está alcanzando. En los últimos tres años, ésta es la quinta vez que aterrizo en la capital belga y europea. Y siempre hay algo nuevo, algo curioso. Quien diga que está ciudad es aburrida es que no la conoce. ¿El tiempo no acompaña? Puede ser, pero cuando hace sol uno puede disfrutar de inmensos parques que hacen enano al gran parque del Retiro; pero mejor no comparar.
Un plan de domingo es ir a la plaza del Petit Sablon, desayunar en un 'Pain Quotidienne', y darse una vuelta por el mercadillo de antigüedades y las caras tiendas de muebles de la zona. Cerca está el mercadillo de la pulga, en los que a precios tirados uno se puede llevar gangas, eso si usa la paciencia y la buena vista, aptitudes que a mi no me acompañan en esto de comprar y vender.
En la fotografía, la secuencia de una compra fracasada. El hombre vio y revio la pieza -- una horterada de cuadro -- que el vendedor ofrecía por el módico precio de un euro. Daban ganas de preguntar eso de "pero me da usted a mi el euro por llevarme esto, ¿no?".
Pues para más fotos, pulsen aquí (las últimas del todo son las de este viaje) .
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