martes, 15 de mayo de 2007

Ruido de mortero (II)

Viene de la entrada anterior

Pasaron algunos días sin que el sueño -- pesadilla -- del mortero volviera a hacerse presente.

Una noche volvía tarde de trabajar; al día siguiente tomaba un avión a primera hora.

Me puse a ver la serie esa que resuelven los crímenes analizando los escupitajos (desde entonces no escupo por la calle no vaya a ser que me endosen un muerto); caí antes de saber quien había matado a la striper.


Me despertó un ruido de mortero que salía de la televisión, de una cadena de información 24 horas que debí haber cambiado aplastando el mando. La pieza rememoraba una guerra en blanco y negro. Ese ruido de mortero era real, pero no desde luego, no como el de mis sueños.

El reloj ya pasaba de las cuatro cuando empecé a ducharme, en vistas a que una buena ducha relaja aún más; fue entonces cuando escuché el primer ruido de mortero -- cómo era en mis sueños -- confundido con el ruido del agua.

Pensé que era fruto de mi imaginación, pero el segundo sonó para despejarme la duda; seguí duchándome, y por un momento pensé que el oficial gringo iba a entra en el cuarto de baño para decirme que estaba en un lugar seguro; y así el cuarto, el quinto y el sexto ruido de mortero.

Me sequé rápidamente, y me puse el pijama, mientras oía cada vez más cerca los ruidos bruscos. Abrí uno de los balcones que daban a la calle y busqué la fuente del sonido: un chico iba, como único entretenimiento, abriendo la tapa de los contenedores de basura y dejándolos caer, haciendo realidad el ruido de mortero de mis pesadillas.

Desde entonces he vuelto a soñar con el ruido de mortero, pero en el momento en el que entra el oficial gringo en escena, yo le digo: "¡Qué no! ¡Qué no es un mortero! ¡Qué es un gilipollas que le da por estrellar contenedores a estas horas de la noche!"

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