La pesadilla se estuvo repitiendo durante varias noches seguidas. En medio de un sueñobun ruido estrepitoso entraba. Era intermitente, con una cadencia inesperada, sin ritmo alguno.
Los escenarios cambiaban: una pradera, el jardín de casa, un museo...y la historia variaba con la aparición de los morteros. De hecho solo recuerdo el inicio del ruido y todo lo soñado con anterioridad se me ha olvidado.
En todos los sueños -- tornados en pesadillas -- alguien soltaba que era "ruido de mortero", y el pánico comenzaba a hacer mella en las caras de las personas que me acompañaban.
El siguiente paso era siempre el mismo: un oficial salido de la nada nos intentaba tranquilizar -- a mi me ponía más nervioso -- diciéndonos que estábamos en un sitio seguro, pero el ruido se hacía cada vez más intenso, más cercano, y el oficial --siempre el mismo gringo -- no paraba de hablar por su walkie poniendo mala cara y repitiendo: "Nos están atacando, nos está atacando".
Sin saber como, sin saber porqué, el ruido cesaba, el silencio volvía y yo me despertaba. Lo peor de todo era que lo más real del sueño eran esos "ruidos de mortero", que nada se parecían a los de las películas.
Y es que el ruido era lo único real del sueño.
Los escenarios cambiaban: una pradera, el jardín de casa, un museo...y la historia variaba con la aparición de los morteros. De hecho solo recuerdo el inicio del ruido y todo lo soñado con anterioridad se me ha olvidado.
En todos los sueños -- tornados en pesadillas -- alguien soltaba que era "ruido de mortero", y el pánico comenzaba a hacer mella en las caras de las personas que me acompañaban.
El siguiente paso era siempre el mismo: un oficial salido de la nada nos intentaba tranquilizar -- a mi me ponía más nervioso -- diciéndonos que estábamos en un sitio seguro, pero el ruido se hacía cada vez más intenso, más cercano, y el oficial --siempre el mismo gringo -- no paraba de hablar por su walkie poniendo mala cara y repitiendo: "Nos están atacando, nos está atacando".
Sin saber como, sin saber porqué, el ruido cesaba, el silencio volvía y yo me despertaba. Lo peor de todo era que lo más real del sueño eran esos "ruidos de mortero", que nada se parecían a los de las películas.
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