sábado, 27 de octubre de 2007

SaraTQ

Daniel, Dani, o El Edding - como le llamaban todos por su afición a hacer pintadas con roturadores en los cuartos de baño de su instituto, por el metro, o en cualquier superficie lisa capaz de aguantar un garabato de los suyos - estaba destrozado. Había besado a Ali - conocido por el genero masculino lleno de testosterona adolescente por su delantera como La Ronaldinho, aunque en su casa la conocían simplemente como Alicia - y su Sara - la única que se había escapado de ser rebautizada con un apodo los había pillado en el parque. "Solo había sido ese beso", pensaba El Edding, pero Sara, dolida, destrozada, y pensando por su parte que no se iba a volver a enamorar de alguien con la misma o más cantidad de granos que ella porque todos eran unos putos niñatos, no le cogía el teléfono, y parecía que tan siquiera leía los desesperados sms, pidiéndole perdón, diciéndole que solo había sido un beso, y ella pensaba qué que casualidad, el único que se daban y ella los había pillado.

El Edding estaba destrozado porque encima no le gustaba La Ronaldinho, que era muy basta, muy de mallas estrechas y con un medallón de oro colgando entre el escote y unos aros, también de oro, que le llegaban casi al hombro, todo lo contrario que Sara, una chica que vestía sin estridencias y que no pegaba ni con cola con el pringado del Edding enfundado en sus pantalones anchos y enseñando cualquiera de los tres únicos cancillos Calvin Klein que tenía. Así que la Sara pensaba ahora que con quien pega el Dani era con la Ali, que era de su género, de su clase, y que ella tenía que hacer caso a su amiga María y volver con los de siempre, con los niños de papá, enfundados en sus marca de ropa, "porque todo es ropa, porque todo es lo que te vistes", le dijo en su día su amiga, "y se ve que el Dani es un pringao".

El desesperado adolescente - creyendo ingenuamente, como todo hijo de vecino en la edad del pavo, que su amor era Sara - se fue decidido a la casa de esta para hacerle pintadas que demostraran su amor. Cuando llegó a la parada del autobús, se bajo y sacó su Edding. Intentó deslizarlo, pero solo pudo trazar una línea. Nada: se había quedado seco. "Me cago en los cojones", dijo al aire copiando una expresión que su padre siempre decía en medio de las broncas con su madre. Nada, misión fallida, no podía demostrar su amor a su Sara.

Pero la vida a veces te da oportunidades: El Edding vio como un operario terminaba de pintar un paso de cebra. Espero a que este recogiera sus bártulos, y sin dudarlo, escribió:


Sara vio la pintada varios días después. La pintada, dos años después, sigue en su mismo sitio. Sara no volvió a ver al Dani desde que terminó el instituto y empezó su carrera de empresariales. Pero todas las mañanas, cuando va a coger el autobús, cruza por ese mismo sitio, y algo siente, dos años después, cuando apenas ya puede leer la pintada que "El Edding", un día escribió: "Sara TQ".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede que fuera más o menos así, sí... ^^

Anónimo dijo...

Ole, ole y ole!!! Estás hecho un Poeta urbano !