El otro día, mientras mis dos hermanas se probaban ropa, yo me quedé meciendo el carro de mi sobrina, mientras se pegaba una buena siesta. Me puse a observar y fotografiar a las parejas de la tienda, en una especie de experimento sociológico de observador no participante. He aquí la muestra:
Modelo 1: Hombre parado a la entrada de la tienda mientras su mujer y una amiga se prueban la ropa. Se quedó un buen rato con los brazos cruzados, mirando hacia el fondo de la tienda y lamentándose del tiempo que estaba perdiendo: "Es la última vez que me pasa. La próxima vez que salga ella y Lola solas, que me tienen cansado ya. La tercera tienda, y para colmo no comprarse nada." Este buen hombre se tenía que haber quedado en una cafetería cercana leyendo el periódico tranquilamente mientras su mujer y su amiga Lola hacen las compras. Y así todos contentos.
Modelo 2: Hombre con dos cascos de moto (el suyo y el de su pareja) que hace de escolta en la tienda, y emite este tipo de opinión cuando se le solicita: "Pues te queda bien, ¿pero no tienes uno igual?". En verdad este hombre cayó en la trampa de preguntar un sábado por la tarde: "¿qué hacemos esta tarde?" y ella respondió: "¡Vamos de tiendas!" con un entusiasmo que como para decirle que le aburre soberanamente. Es la fase inicial del modelo 1: dentro de unos años no hará de escolta, y se quedará a la entrada de la tienda.
Modelo 3: Este fue mi favorito: "¿Pero que te pasa que te veo triste? ¡Venga vámonos de compras!" Y el hombre se afana en que se haga probar todas las ropas, y le dice cosas como "ese color no te sienta bien, pruébate este que es más alegre (...) ¿pero de qué pistoleras me estas hablando? Esa falda de queda fantástica".
Modelo 4: Y al principio eran felices, y por la foto borrosos. Este es una pareja joven, enamorada el uno del otro, que se ven fantásticos y que han ido de una tienda a otra, tanto para él como para ella, probándose modelos que no se pueden permitir, pero ella le sorprenderá un día con la camiseta que tanto le gustó a él en la tienda surfera de Fuencarral, y él le regalará una falda casí igual a la que le gustaba a ella, y el casi es solo porque se ha equivocado de talla y le queda algo estrecha.
Este estudio no es generalizable, y hay tantos modelos como hombres y circunstancias. Nunca he creído que los hombres fueran de una manera, y las mujeres de otro, con la consiguiente cantidad de tópicos que lleva cada uno. Hay personas y punto.
Modelo 2: Hombre con dos cascos de moto (el suyo y el de su pareja) que hace de escolta en la tienda, y emite este tipo de opinión cuando se le solicita: "Pues te queda bien, ¿pero no tienes uno igual?". En verdad este hombre cayó en la trampa de preguntar un sábado por la tarde: "¿qué hacemos esta tarde?" y ella respondió: "¡Vamos de tiendas!" con un entusiasmo que como para decirle que le aburre soberanamente. Es la fase inicial del modelo 1: dentro de unos años no hará de escolta, y se quedará a la entrada de la tienda.
Modelo 3: Este fue mi favorito: "¿Pero que te pasa que te veo triste? ¡Venga vámonos de compras!" Y el hombre se afana en que se haga probar todas las ropas, y le dice cosas como "ese color no te sienta bien, pruébate este que es más alegre (...) ¿pero de qué pistoleras me estas hablando? Esa falda de queda fantástica".
Modelo 4: Y al principio eran felices, y por la foto borrosos. Este es una pareja joven, enamorada el uno del otro, que se ven fantásticos y que han ido de una tienda a otra, tanto para él como para ella, probándose modelos que no se pueden permitir, pero ella le sorprenderá un día con la camiseta que tanto le gustó a él en la tienda surfera de Fuencarral, y él le regalará una falda casí igual a la que le gustaba a ella, y el casi es solo porque se ha equivocado de talla y le queda algo estrecha.
Este estudio no es generalizable, y hay tantos modelos como hombres y circunstancias. Nunca he creído que los hombres fueran de una manera, y las mujeres de otro, con la consiguiente cantidad de tópicos que lleva cada uno. Hay personas y punto.
3 comentarios:
Querido Moeh, todavía nos queda por ver cuántas tardes vas tú de tiendas cuando una susodicha entre en tu vida para quedarse, jejejeje. Aunque la verdad es que me pregunto si conociéndote no serás tú quién la lleve de compras a ella.
De momento, has sido el pringadillo que, aunque no ha acompañado a su novia, lo ha hecho con sus hermanas.
Besos y rosas.
Esto de ir de compras con la pareja seria mucho más fácil si en España pasase lo que me ocurrió hace poco en Paris en una venta privada de ropa de marca: Iba yo con mi novia y de repente vimos a un montón de chicas haciendo cola para entrar en una especie de nave. Se nos acercó un tío y nos dio unas invitaciones. Cuando nos tocó el turno, el personaje de la puerta dijó: “Bonjour Madame” y al verme exclamó “Monsieur!” acompañando esto con un gesto de sorpresa y cierta complicidad que, ingenuo de mi, pensaba que se debía a que pensaba que era un pringao. Cual fue mi sorpresa al comprobar que la complicidad de su gesto se debía a que las francesitas en su afán por conseguir las deseadas gangas no tenían reparo en quedarse en paños menores en medio de la nave. Si esto ocurriese en España estoy seguro de que a la mayoría de sufridos acompañantes no les importaría nada ir de compras.
Vive la France!
Pues Moeh, eso es lo peor que le pasa a uno, deberían habilitar una zona de bar para esperar... Hey, que la propuesta de Unkilombo es muy buena...
PD: Me encontré a un primo de tu otro blog http://elizyarcos.blogspot.com/
Publicar un comentario