sábado, 20 de enero de 2007

La hamburguesa

Madrid. Un grupo de chavales se agolpa a la salida de un centro extranjero de enseñanza del british. Hablan en corros, diferenciados por edad y por tribus. Entre el público no tan dispar de la institución británica, se mueven los niños bien de la cremé rancia madrileña.
Nos centramos en un grupo formado por sujetos en la edad esa que limita con la mayoría de edad, y que le hace a uno creerse el Rey del Mambo, cuando todo el mundo sabe que el Mambo es una República presidencialista. Dos son el centro: una pareja de pijos, que podían protagonizar perfectamente el anuncio de una afamada firma con caballo, jinete y maza en la pechera. En su insoportable pijerio pretenden ser extremadamente bellos, con sonrisa profident y pelo alisado, más él que ella y con eso se ha dicho ya todo. Él marca su posesión abrazándola por el hombro, mostrándosela a sus envidiosos amigos, que no dudarán horas más tarde, en su íntima soledad, en recordarla. Ella sabe que sus amigas la envidian, y que a diferencia de los machos de la tribu, no se conformarán con recordarle en la intimidad: en un descuido se pegan el lote con él.
- El otro día salimos de clase y yo tenía hambre. Le dije que por qué no íbamos a tomar una hamburguesas al Hard Rock Café – cuenta el chaval a su pandilla de clones – y me dice – cambiando la voz a su versión ridículamente femenina, pero que, salvo la histeria, se asemeja a la propia – prefiero ir al McDonalds que la comida engorda menos.
Ríen todos, incluida la experta culinaria en dietas de comida rápida. Si, ella también rie, cuando tenía que haberle plantado un taconazo en sus náuticos por haber contado una prueba más de su supina estupidez. Ella, sin embargo sigue riendo, pero, por fin, a la sonrisa le acompaña un gesto que trasluce vergüenza, lo cual muestra que puede haber salvación: ¡se ha dado cuenta de que es el hazmerreír de toda esa panda de clones!
Él, en cambio, aunque sus copias no se hayan dado cuenta, ha demostrado lo imbécil que es: no te has enterado, Borjamari, que ella no puede permitirse una hamburguesa en el Hard Rock, porque no es que engorde su tripita, sino que adelgaza su bolsillo, ya de por si paupérrimo y poco alimentado. Que si, que es pija, pero no rica. Pija, no rica y tonta: esto último es lo que, decididamente, hace que esté con un imbecil como tu. Ya saben: Dios los cría, y ellos se juntan.

1 comentario:

Victoria Cáceres dijo...

Si es que llevar el pelo tan pegado a la cabeza no puede ser bueno para pensar...

Vaya tela.