miércoles, 1 de agosto de 2007

Nudo en el estómago

La reconoció por los bucles dorados de su pelo, y el color azul de sus ojos; los mofletes rojos habían casi desaparecido, y ahora parecía más esbelta, más hecha que 20 años antes.

Enseguida sufrió una regresión en el tiempo, y se retrotrajo hasta aquella tarde en el que esa niña con nombre francés le arrojó la carta de amor que él le había escrito, y en el presente de 2007 resonaron las crueles palabras de aquella aparente niña dulce le dijo: "¿Pero tú qué te has creído?"

Estuvo apunto de agacharse a coger la carta, cómo había hecho aquella tarde, y por su cuerpo le recorrió la misma sensación de vergüenza, y no pudo evitar mirar alrededor para buscar a aquellos compañeros que habían sido testigos de esa derrota en medio de un recreo.

"¿Te acuerdas de mí?" le dijo casi con la misma voz. "¡Cómo no!", respondió él con tremenda frialdad, para preguntarle mientras le arrebataba de sus manos su última novela: "¿Queras que te la dedique?".

No la dejó responder. Dejó de lado el boligrafo bic con el que había estado toda la mañana firmando con la fórmula "con cariño y gratitud por ser mi lector", y sacó de su americana la misma pluma Waterman con la que había escrito 20 años antes la denostada carta de amor, y escribió:

"20 años no son nada para olvidar. ¡Que te den!"

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