domingo, 18 de septiembre de 2005

Votar y ser ciudadano

Llevamos unos días con elecciones en bastantes sitios: desde Japón, haciendo escala en Nueva Zelanda, pasando por Egipto y llegando a la fría Noruega. Dentro de unas horas votaran en países tan lejanos y tan diferentes como Afganistán y Alemania. En uno, parafraseando a una amiga periodista, serán pesados con los resultados parciales y los sondeos de pie de urna. Los analistas se dejaran los sesos para ver con quien puede gobernar Shroeder (mi deseo y mi favorito) o si la Merkel (una retrógrada NeoTatcher) alcanza a tener los votos suficientes para formar gobierno junto a liberales y socialcristianos (como señalan los últimos sondeos). En Afganistán, la única preocupación de todos será ver con cuantos muertos termina la jornada electoral.
Soy un firme defensor de la democracia, pero lo de votar no garantiza nada. Tiene que ir acompañado de un estado de derecho sólido y un respeto escrupuloso a los derechos humanos. Entonces, podríamos empezar a alcanzar el ideal de democracia.
En una noche de éste verano, leí unas conferencias que dio T.H. Marshall en 1950, bajo el titulo Ciudadanía y clase social. Marshall sostiene que solo puede existir un ciudadano cuando se han desarrollado los tres tipos de derechos: los civiles, los políticos y los sociales. Para ello, nos trae a colación un repaso somero pero apasionante de la lucha y conquista histórica de estos derechos y la ampliación a distintas clases sociales dentro de las sociedades democráticas.
Para mi eso es democracia. Alcanzar no solo que elijas quien te gobierna, sino que tu tengas la seguridad de poder vivir y, quizá lo más importante, poder emprender libremente un proyecto de vida.
En la lista de países arriba señalados, se puede ver como en algunos brilla por su ausencia la inmensa mayoría de estos derechos, y las elecciones son solo un maquillaje y la perversión de un concepto, la democracia, por el que la gente ha dado su vida y ha ido conquistando cada día sus derechos.
Hay que luchar para que un día se cumpla la máxima de la Revolución Francesa: pasar de ser súbditos a ser ciudadanos.

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