Tres días en París da para encontrarse de lleno con una serie de tópicos de una ciudad. Soy enemigo de los tópicos...bueno, vale, no, no soy enemigo, hay que reconocer que los tópicos ayudan mucho: son estructuras de desconocimiento a las que agarrarse para formular un conocimiento generalizado y sin estrujarse el cerebro.
Esta es la segunda vez que piso la capital francesa. Y he aquí el primer tópico: París es una ciudad para patear. En tres días, a ojo de buen cubero, uno calcula haber andado entorno a los 30 kilómetros. Prometo hacer el cálculo científico.
El otro tópico es que París es la ciudad del amor: parejas besándose en los parques, mirándose a los ojos...y es que el escenario invita a la vida amorosa. Uno lo intenta, sí, pero no le sale la foto de Doisneau, porque los besos de pose no son genuinos, y el que escribe prefiere lo genuino. ¿Sabían que los dos fulanos de la foto mítica apenas se conocían y que dejaron de conocerse muy pronto? Y sí, también, el tópico se cumple: París invita a amar y ser amado. Lo crearon para eso.
Como entenderán en tan poco tiempo no da para muchos museos: el Pompidou y el Museo de Orsay. Del primero diré que no me gusta el arte moderno salvo excepciones y que con eso lo he dicho todo; del segundo diré que está más desordenado que mi alcoba, y que por eso lo van a cerrar e intentar reconfigurar para que tenga algo de lógica. Esperemos que para entonces prohiban a la gente hacer fotos a los cuadros, porque es una peste que se pone en primera fila de obras como 'el origen del mundo', que ni disfrutan el coño retratado, ni hay coño que disfrute con tanto psicópata con cámara. Yo me didiqué a hacerles fotos, y tan pronto como tenga tiempo y photoshop para reglar los niveles las publicaré.
El otro tópico recurrete (reiteración innecesaria) es que los restauradores son unos timadores natos. Pero es un timo institucionalizado: desayunos a 20 euros con unos crêpes asquerosos con la carta con todos los precios, o un menda que te cobra 13 euros en lugar de 8 euros porque el agua no es lo mismo que la Coca- Cola...eso sí, el je suis desolé está en boca de todos.
Eso de que los parisinos son bordes es una mentira a medias: si vienes de Andalucía, donde todo es simpatía, todos te parecerán bordes cuanto más te alejes de Despeñaperros. Los paresinos son correctos, sin derroches en los modos, y es injusto decir que son antipáticos: forman una especie del género humano que se da solo en las capitales, y que le da al caracter cierto grado de bordería capitalina.
Y no sigo más. Perdonad, mes chers 14 lecteurs, por esta versión rápida, que no ha sido reeleída para corregir pero es que el sol brilla en Bruselas, y eso no se puede desaprovechar.
jueves, 25 de junio de 2009
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1 comentario:
Eso te pasa por no leer mi blog o no seguir mis recomendaciones.
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