martes, 28 de marzo de 2006

¿Catalanofobia? No, gracias

Acabo de volver de un fin de semana en Barcelona. Esta es la segunda vez que voy a Cataluña, y la verdad es que no he tenido mucho tiempo para patearme la ciudad. Tengo que reservarme una semana, ahorrar algo de dinero e ir para allá.
No entiendo la catalanofobia de muchas personas; a mí, al contrario, me caen muy bien los catalanes. Los percibo como gente muy agradable, muy educada, poco efusiva y bastante pragmática. La efusión gratuita me parece falsa; y el pragmatismo siempre me convence. Además, son buenos muy buenos anfintriones.
Intento buscar en ellos aquello que los catalanofóbicos les acusan; no me he encontrado con nadie que me haya dejado de indicar una calle por preguntarle dónde está la calle en español, y al responderme en catalán, que quieren que les diga, me entero. Pero también me entero cuando suena la megafonía, o escucha la radio misma. No me han demostrado tampoco ninguna señal de esa tacañería. Por el contrario, me parece que tienen un buen gusto, y que el diseño está en todas partes, y eso cuesta dinero. Barcelona es una ciudad preciosa, en la cual te apetece quedarte. Incluso te invita a ser artista bohemio, sin atisbo de náuticos ni pantalones de pinza, nuestro uniforme madrileño, según Paco.
Fue un fin de semana donde conocí a Paco, que vive alli; en el Museo Picasso charlé largo y tendido con Alex, un barcelonés que trabaja en el CIDOB, al que le voy a animar a hacerse un blog; y ya conocía a otra bloguera, que hoy además cumplía años, a la cual no tuve ni tiempo de llamar. Que quieren que las diga, esta muestra y la corta experiencia me hace rechazar la catalanofobia. Me caen bien los catalanes.
PS: no funciona nada...el ordenador esta turuntela...el gmail no funciona...lo reedito mañana con fotos y un enlace de Alfanhui

viernes, 17 de marzo de 2006

Find a job in London

Domingo, 14h58. Los estragos del botellón se notaban en su cuerpo; ya se asomaba en su cabeza el pensamiento de todos los fines de semana: “es la última vez que me emborracho”; al tiempo, se decía así mismo que dentro de una semana estaría reprochándose lo mismo.
El botellón del día anterior tuvo una causa noble: despedirse de un amigo que se iba a Londres. A la media hora de beber Calimocho, le preguntó, de manera brusca, tanto que él mismo se sorprendió: “¿Qué coño va a hacer un puto filólogo de español en Londres?” Su amigo le miró en silencio; él preparaba su disculpa, cuando se le adelantó con la respuesta: “Pues lo mismo que aquí pero mejor pagado: ser camarero, dar clases de español e intentar salir adelante”.
Odiaba los domingos. No le gustaban las motos, ni el fútbol, y menos la fórmula 1; así que la alternativa a esas horas era tomarse el café viendo un telediario cualquiera. Llegó a los titulares: '11 muertos en un bombardeo aéreo en Irak'. De nada sirvieron los gritos de No a la Guerra, pensó; luego llegó la política nacional, con lo de siempre; antes de los deportes sintió una mezcla de orgullo y de excitación: “Jóvenes franceses toman las calles para forzar la retirada del contrato del primer empleo. La Sorbona cierra por las protestas, en un una ambiente que recuerda a mayo del 68”. “Eso es lo que hay que hacer”, pensó. “¿Cómo podemos soportar que nuestros jóvenes recién titulados tengan como única salida irse a Londres?” Empezó a reírse; su discurso sonaba al de un viejo que miraba indignado lo que le sucedía a su nieto. “Yo soy joven, yo no tengo un puto futuro, y encima veo como los franceses hacen algo más que organizar botellones por Internet. ¿De qué va todo esto?”
"Villepin enciede tu sonatone", Foto Reuters.
Se levantó malhumorado hacia su cuarto; en su mesa de estudio tenía los apuntes del master en publicidad y nuevas tecnologías, “el futuro”, le habían dicho. De momento solo le había servido para ser contratado en prácticas por 300 euros al mes, en un portal cualquiera. Un licenciado haciendo prácticas, porque para eso servía estar haciendo un master. Se puso el pantalón y una sudadera cualquiera. Salió a la calle y entró en el locutorio de ecuatorianos para comprar tabaco.
- Ya no podemos vender - le dijo Jonathan, el vendedor del que se había hecho medio amigo.
Miró a su alrededor, y vio como un puesto de ordenador estaba vacío.
- ¿Te importa que mire una cosa en Internet? – le preguntó sabiendo ya la respuesta.
- ¡Adelante amigo! Todo tuyo – le contestó.
Abrió el navegador, luego google, y tecleo: “Find a Job in London”.

jueves, 16 de marzo de 2006

Toca reirse

La mejor terapia es reírse de uno mismo y de lo que le pasa (o deja de pasar). Navegando por la blogsfera, me encontré con este vídeo de Gollum doctorando en ciernes; me lo encontré en el blog Asi no son las cosas, del bloguero Jeremías, al que conozco como Sergio, el "chico petróleo" de las clases de Valbuena ("Eso que has dicho Sergio, es petróleo...muy bueno...", le decía Don Felicísimo en las clases de Comunicación Política).
El enlace a Gollum la tesis es buena http://youtube.com/watch?v=gnq3ekkSxOw A reírse toca...

viernes, 10 de marzo de 2006

Por fin es viernes

Las bolsas del supermercado pesaban más que nunca. Los potitos de verdura y de pescado, la dieta de su hija María, junto a las cervezas y los snack se añadían a la comida habitual.
Tras una semana infernal, con reuniones, guarderías, pediatra, con presentación del Briefing, después, el consiguiente cabreo del jefe, coladas, limpieza de baño y cocina, reconciliación con el jefe, avisar en el trabajo porque la abuela se retrasa para quedarse con María que ésta enferma y con las 2 horas diarias perdidas en atascos, el fin de semana se presentaba como la hecatombe. “El descanso no está pensado para mí” pensaba mientras intentaba subir las escaleras del portal, haciendo equilibrios para sacar la llave del buzón y no perder ni una sola de las bolsas.
Al fondo, Miguel, el conserje, con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones de su traje gris, guardando la portería, un cubículo de un metro cuadrado en el que retumba SER deportivos, con el derby Real Madrid - Atlético de Madrid como monotema. El sonido de la radio le hace retomar lo que el fin de semana le depara: su marido y sus amigos viendo el fútbol el sábado, y comiéndose las tortillas de patatas y croquetas que ella se ha pasado la tarde haciendo. Por lo menos escuchará el grito de Mariano, el único amigo presentable de su marido, diciéndole “cada día te salen mejor las croquetas”. Tendrá que gritar como en otras ocasiones, porque ella se refugiará en su habitación con María, mientras plancha las camisas del marido a toda prisa y pero con toda perfección para poder sacar unos minutos de lectura de lo que ella le apetece leer, últimamente el Idiota de Dostoievski.
No le queda esperanza para el domingo. Se despertará con los lloros de María; piensa que desde hace meses no escucha a su marido decir el “ya me lavanto yo”; siente tan lejana esa frase que cree que es fruto de su invención. Luego, un paseo por el parque, con unos momentos para leer su dominical de cabecera (“cada día más pijotero” pensará al ver el extramoda).
Todo ese mínimo de tranquilidad se convierte en ansiedad, porque a las dos hay que estar en casa de la suegra para comer y soportarla: ”hija, lo que no entiendo es como no coges una rumana para que te eche una mano”. Se ha cansado ya de replicarle que ella no se puede permitir "una rumana", porque entre los dos sueldos apenas pueden pagar la hipoteca y las letras del coche; sin embargo, no se ha cansado de pensar que “una rumana” es una persona de profesión asistenta, que por las palabras y el tono de su suegra, sin fijarse en el testamento del caudillo que cuelga en “la biblioteca”, solo rezuma racismo y superioridad.
La tarde la dedicará a las coladas, y a leer los informes que el lunes tiene que tener listo en forma de power point, con letras de color amarillo fosforito en un fondo azul marino al gusto del jefe. “Anda, quédate tu con María un rato, mientras yo trabajo un poco”, le pedirá al marido.
Todas esas profecías de lo que va a suceder el fin de semana le pasa por la cabeza mientras ojea las cartas del banco, las facturas del teléfono, y la petición de la empresa de Aguas para que hagan la lectura del contador, ya que no estaban cuando el lector pasó con una PDA.
Enfila el camino hacia el ascensor, y con un “buenas tardes” saluda a Miguel; éste se adelanta un paso y le abre la puerta del ascensor: “¡Por fin es viernes!”, le dice Miguel con la mayor alegría. Ella lo mira con dulzura , y saca una sincera sonrisa, la misma que les pondrá a los futboleros, la misma que le pondrá a su dominical de cabecera, la misma que le pondrá a su suegra, y la misma que le pondrá a su marido para pedirle que se quede un rato con María. “¡Si, por fin es viernes” dice mientras se cierra la puerta del ascensor.

jueves, 2 de marzo de 2006

¿A quién te pareces?

Mi tío Juan, con ese acento que tiene de La Campana (Sevilla), me decía cuando tenía apenas 5 años: “¡Te pareces a Mcenroe!¡Eres clavaito!¡Hasta tienes el mismo genio”. Siempre me hizo gracia.
Hace unos meses, en NY una señora me dijo que me parecía mucho a un tenista; no le salía el nombre: “me parezco a Mcenroe ”.


Mi hermana, la 50 % culpable de Nora, me decía que me parecía a Keanu Reves...¡Ni en el blanco de los ojos! Ella, que me ve con buenos ojos...
El caso es que mi otro hermana, en esto más sincera, me dio la solución: a través de esta página (MyHeritage) te dicen, con una foto en la que salgas de frente, a quien te pareces.Yo me parezco a mucho gente: ¡sopresa! Mcenroe me ha salido un par de veces con alto porcentaje....pero Keanu Reves también...(¿esto último ha colado?).
Pues bien, he hecho la prueba con Rajoy (que el hombre se parece a Von Siemens, Agassi y Paolo Coelho entre otros...no se parece así mismo, por cierto); no podía faltar el presidente Zapatero, que se parece así mismo y sin atisbo de Mr.Bean; luego me ha dado por Aznar, que también se parece asi mismo; y por último a Felipe González, que se parece 100 % sí mismo (trampa: usé una foto que estaba en su base de datos).
Pero luego todos se parecen a una segunda, tercera, cuarta....y aquí me encuentro con la sorpresa:

Moraleja: ser de derechas o de izquierdas no lo llevas en la cara, sino en el talante ;). ¡Salud!